Johannesburgo, Sudáfrica
El modelo Mourinho fue tomado como referencia por varias selecciones en este Mundial. Por encima del prototipo Guardiola, de más compleja confección. La dicotomía, que tuvo su punto máximo de expresión en la serie de semifinales de la última Champions League entre Barsa e Inter, se trasladó a Suráfrica 2010. Ocupación de espacios, rigor defensivo y la pelota como elemento secundario, versus elaboración, presión en cancha contraria y el balón como factor de dominio y antídoto para el rival.
No es nuevo el enfrentamiento conceptual; sí la manera en que los equipos se despliegan para la puesta en escena de uno u otro planteamiento. ¿El saldo? Claramente favorable para quienes han apostado por valores más cercanos a la estética. Con matices porque no todas las sinfonías suenan igual, allí están, entre los ocho primeros del torneo, España, Holanda, Brasil, Alemania y Argentina.
El partido entre España y Portugal, último de la fase de octavos, reprodujo como ninguno la antinomia Mourinho-Guardiola. Con un final diferente esta vez. Válidas ambas concepciones, se impuso el ideario de Vicente Del Bosque y su coral de estetas: Xavi, Iniesta, Alonso, Villa, Busquets. No hubo justicia poética porque no son trasladables los escenarios. Pero sí una reivindicación que una parte del planeta, afín con la búsqueda de la belleza, sintió como revancha.