lunes, 25 de noviembre de 2013

Finales agradecidos

Todo ciclo debe tener un buen cierre. El éxito del proyecto que vendrá dependerá de que la historia anterior no deje fisuras. Que haya un reconocimiento al que dio vida a lo que nos alimentó la ilusión y regó de semillas el camino, garantiza la fertilidad de los próximos terrenos a labrar. Se acaba un emprendimiento, el ingenio da lugar a la renovación y el aire fresco de las ideas en ciernes se llena de la energía sólida de la ventura. 

Lo pasado, aunque quede atrás, puede ser un regalo invaluable. La experiencia, ajena a juicios, dibuja mapas de ruta actualizados que conducen a destinos robustos, abiertos a la transformación. Defenestrar aquello que sostuvo una estructura no propicia el aprendizaje. Lo contrario: del lugar correcto que cada acción anterior al cambio reciba en el recorrido, se construirán empresas sanas. 

Los clubes del fútbol venezolano apuntan a la creación de una Liga que les ofrezca una salida a la crisis en la que están sumidos. Alentados por el entusiasmo de algunos propietarios, la necesidad de agruparse alrededor de una causa común modificó su propio sino. La ruptura con el actual estado de cosas es inminente. Más temprano que tarde, la organización que pergeñan será una realidad que inaugurará una era y repotenciará la esperanza. 

Cada movimiento deviene en una decisión que consolida la idea. Pero tan importante como definir modelos, y formatos de competencia, los equipos deben entender que una buena negociación con la Federación es un requisito fundamental. Colocarse en la acera contraria, de cara al conflicto, no será un beneficio ni le dará fuerza al árbol cuyas raíces surcan la tierra árida. 

En la misma línea, la propia Federación se plantea hoy el traspaso de timón en la selección nacional. Es vox populi que César Farías culminará sus funciones una vez se concrete el acuerdo que propicie una salida satisfactoria para ambas partes. Un final adecuado, que con equilibrio asuma deudas y ganancias, permitirá que el sucesor trabaje en el entorno óptimo para que el proceso naciente se levante sobre bases firmes y libres de maleza. También coadyuvará a que la elección del próximo técnico esté libre de rémoras. 

Las críticas a la gestión de quien tiene el poder de decidir son necesarias. La mirada fiscalizadora de los medios también. Pero incluso en el ejercicio de construir un balance, la subjetividad lucha para mantener lindados sus dominios. De allí que sea una necesidad una distribución equitativa de las cargas. Las positivas y las negativas. Lo que sumó y lo que restó. Solo así las cuentas dejarán números en verde y será posible edificar sin temor a fracturas. 

La revisión de la historia reciente es una herramienta útil para entender el destino del fútbol de este país. Hubo pasos significativos en la última década, no siempre valorados en su justa dimensión. También malas decisiones, como la expansión del campeonato después de la Copa América 2007 o la forma inadecuada cómo se afrontó la sustitución de Richard Páez el mismo año. En cada acción hubo más de un responsable y algún acierto a pesar del despropósito. Con el fiel de la balanza en el centro, es más justa la lectura. 

El primer paso para que la nueva aventura prospere es respetar todo lo que se deje atrás. Agradecer con la humildad de quien no espera más en retribución que el vigor de su propio emprendimiento. De las rupturas y las crisis, surgen los momentos más lúcidos de creatividad. 

www.danielchapela.com

* Columna publicada en el diario El Nacional (25/11/2013)

lunes, 18 de noviembre de 2013

Clases y nuevas estirpes

La paridad en los puestos de vanguardia del torneo venezolano dibuja dos escenarios claramente definidos: la mayor competitividad otorga opciones a un número más amplio de equipos y las diferencias que proclaman los presupuestos son más tópicas que reales. El asunto puede verse también bajo diferentes parámetros. El optimista se aferrará a lo bien que le hace al campeonato la incertidumbre y la pugna constante hasta el final para definir al nuevo monarca. Quien mira las cosas con escepticismo, pensará que el nivel se emparejó ante la debilidad de los grandes para marcar distancias. 

Al sorpresivo Carabobo se unió Atlético Venezuela en su campaña de confirmación. Ambos se sumaron al lote de los candidatos tradicionales, junto al campeón Zamora y el infatigable Anzoátegui manteniendo sus credenciales. Caracas, Mineros y Táchira, números puestos en todos los pronósticos, pelean para cumplir con el peso de las exigencias. Por historia, por inversión o por ambas, esas tres camisetas deben responder a otro tipo de demandas. 

Qué hace que todo sea tan parejo por arriba es una buena pregunta para aproximarse al análisis. Nada hace pensar que el panorama cambiará en las últimas tres fechas, por lo que conviene abrir la discusión y encontrar motivos. Una cuestión elemental se centra en los jugadores: los altos sueldos que algunos devengan solo divide desde los números; en la cancha, la realidad es otra y nóminas modestas pueden plantar cara al plantel más ostentoso. Ergo, la elite del país es básicamente nominal y la selección, un parámetro que estandariza el talento, hace rato que fijó su base en los futbolistas que actúan en el exterior. 

No puede afirmarse, sin embargo, que el dinero sea un detalle menor. Como ocurre en todos lados, los más poderosos lindan su territorio y actúan como pirañas en el mercado. Salvo Aragua, las plantillas más costosas están peleando por el título, incluyendo a Carabobo aun en su condición de recién ascendido. El tema está en que, debido al origen de los fondos –en la mayoría de los casos producto de la dádiva gubernamental– la riqueza no es producto del crecimiento estructural y la endeblez es tal que el opulento de hoy puede ser el pobre de mañana. 

Lo más significativo en el desarrollo del Apertura 2013 puede que esté, más que en lo estrecho de las ubicaciones de los que pelean por dar la vuelta olímpica en diciembre, en la enorme brecha establecida con la clase media. Allí sí ocurre una división significativa que separa a pudientes de desheredados y que, con contundencia, dibujas las auténticas miserias del torneo. 

Otro factor, probablemente el más determinante, está en los entrenadores. Allí sí hay razones válidas para establecer una paridad de capacidades. Richard Páez, el técnico de más alcurnia del país, compite con noveles como Jhonny Ferreira o Juvencio Betancourt, cuyos métodos y conformación de grupos multidisciplinarios de preparación, elevan el estatus de sus conjuntos. 

Chita Sanvicente, el estratega con más estrellas, mide sus condiciones ante los ya laureados Eduardo Saragó o Daniel Farías, ambos jóvenes con una magnífica proyección. Ellos, y José Hernández, quien ha potenciado al Atlético Venezuela valiéndose del sentido común y el buen criterio de sus dirigentes, conforman una estirpe invaluable. Aunque apenas se les considere en la lectura global, su incidencia en el crecimiento de la última década y media ha sido sustancial. 

El de los DT fue el gremio que más creció y el secreto no revelado que explica el actual equilibrio de fuerzas.

* Columna publicada en el diario El Nacional (18/11/2013)

lunes, 11 de noviembre de 2013

La Liga de los desligados

Foto: www.iconosdevenezuela.com

La creación de una organización que agrupe a los clubes profesionales es una urgencia. Adscritos a la Federación hace más de tres lustros, las posibilidades de crecimiento son mínimas y las taras se multiplican. Mientras la Vinotinto florece próspera amparada en sus éxitos, el torneo local agoniza como empresa. Hijos del mismo padre, las diferencias los colocan de espaldas en una relación perniciosa que no se retroalimenta. 

Los equipos han decidido tomar la iniciativa y atender a la demanda. Agrupados en sesiones de discusión, optaron por asir en sus manos el rumbo de su destino. Que el proyecto, apenas un boceto entusiasta, derive en realidad, dependerá de la fuerza con que los dueños acometan la cruzada y el buen ejercicio diplomático que les permita avanzar sin generar enfrentamientos. 

El producto está herido de muerte y muchos de los dirigentes entienden que es preciso dar un golpe de efecto que les permita tomar el control. Decidir sobre el espectáculo en el que invierten sin que haya el retorno suficiente para cerrar los balances con números en verde, es un derecho. Pero no basta con la intención: quienes pergeñaron la idea y trasladan entusiasmo a sus pares, deben definir con claridad un modelo viable, sostenible y rentable. Ese es el gran reto. 

No hay otra salida para los equipos que independizarse y ser dueños de su destino. En su momento la Federación ofició de salvadora de la desaparecida Liga de Fútbol Profesional, cuyo último presidente, Laureano González, detenta el cargo de vicepresidente en el ente que dirige Rafael Esquivel. Fue, en buena medida, una decisión que fusionó dos espacios de poder enfrentados. Las consecuencias en el largo plazo son fácilmente verificables. 

El grupo que persigue el cambio y volverá a reunirse en dos semanas, deberá enfocarse en el aficionado como núcleo para el diseño de su estructura de negocios. Que el hincha pueda acudir seguro a los estadios, que integre a sus familias en un entorno apacible y cómodo, que disfrute de un nivel competitivo alto en base a un mercado sano y que, si ha de observar a la divisa de sus amores en una pantalla de TV, tenga las mismas retribuciones. 

Los pasos son complejos. Ejemplos de iniciativas fecundas sobran: desde la MLS hasta la liga australiana, con el paradigma de la Bundesliga como faro que alumbra al planeta. De igual modo, con sus matices y especificidades, deportes como el beisbol o el baloncesto nacionales pueden ser una buena referencia. 

La transformación debe llegar al fondo mismo de las instituciones. Caracas es un espejo para la mayoría, pero incluso el mayor ganador de títulos en el país debe replantear algunas de sus premisas. Todos deben apuntar a la depuración económica, tanto para generar mayores recursos como para fiscalizar el origen de los fondos sobre los que se sostienen. Eso, amén de un mejor y más justo acuerdo por los derechos televisivos, son factores esenciales en la refundación. 

Mejorar el empaque del producto y hacerlo más atractivo redundará en beneficios comunes. Habrá que sincerar realidades y plantear objetivos que funcionen como filtro. Quien no pueda afirmarse sobre la base de la solvencia financiera, con garantías para su personal y el resto de competidores, quedará al margen. Socios, en el sentido más estricto del término, con metas precisas, lógicas y evaluables en el tiempo. 

La Liga será una realidad con buenos augurios si sus integrantes, antagonistas en la cancha, dejan de estar desligados y apuntan hacia el beneficio colectivo.

* Columna publicada en el diario El Nacional (11/11/2013)

lunes, 4 de noviembre de 2013

Caminos desnortados

Chuy Vera 

En el término de una semana, tres clubes de la primera división cambiaron a sus técnicos. Lara, Petare y La Guaira optaron por cesantear a quienes iniciaron el Apertura para buscar, cada uno en sus propios contextos, soluciones a la coyuntura. Chuy Vera, Saúl Maldonado y Carlos Ravel culminarán los proyectos que otros iniciaron y sobre los que deberán aportar resultados. Una labor en la que no solo cuenta la capacidad del preparador. La respuesta colectiva para cambiar las dinámicas negativas puede encontrar asidero en el liderazgo del nuevo timonel, pero no es el único soporte. 

Los equipos no siguen una línea coherente que defina el camino. Sin una directriz que delimite con claridad los parámetros estructurales, difícilmente habrá consistencia en las decisiones deportivas. Desde la elección del entrenador hasta la conformación de los planteles. Incluso las llaves maestras de acción que identifican una enseña deben estar determinadas sin ambigüedad: si la vía es formar para vender o si, por el contrario, la mira está puesta en alcanzar títulos a corto plazo. En cada caso, las disposiciones serán distintas. 

Administrar sobre esos principios no garantiza el éxito, pero sí traza una bitácora más lógica de gestión. Con las mismas nociones que definen a una empresa, los clubes de fútbol deben determinar el objeto que los conforma, la misión que los guía y los objetivos que se marcan. A partir de ahí, puede armarse un proyecto que clarifique un estilo de juego, ubique a los más capaces para llevarlo a cabo y establezca presupuestos idóneos para su ejecución. 

Lara ha dado bandazos desde que Eduardo Saragó culminó un ciclo brillante. Primero fue una profunda crisis en sus bases; luego, el extravío de quienes se hicieron cargo generó esquizofrenia e inestabilidad. El cese rocambolesco de Lenín Bastidas, la indefinición en el rol de Rafa Santana y el nombramiento posterior de Vera, no hablan de sentido común en la conducción. Por encima de todas las cosas, alimenta la confusión general y obliga a redoblar esfuerzos. 

En Cabudare deberán tener claro que con el nuevo DT adquieren también unas señas de identidad muy específicas que llevará tiempo conjuntar. Táchira no lo entendió en su momento al optar por los mismos profesionales luego de que Jorge Luis Pinto los llevó a su última estrella y la impaciencia abortó el proyecto a las pocas fechas. Las consecuencias del despropósito gerencial todavía las está pagando. 

La inconsistencia en Petare ha sido la norma prácticamente desde que decidió adoptar su nueva denominación. Con Manuel Plasencia tuvo firmeza ya con una plantilla menor. La reducción presupuestaria derivó en el desarrollo de talento joven que mantuvo los niveles competitivos, ajustados a su realidad. Pero sus jerarcas fueron seducidos por cantos de sirena, cortaron el trabajo de Plasencia y se convirtieron en candidatos al descenso. El mayor de los Maldonado será el tercer técnico en menos de un año. 

En La Guaira hay un cortocircuito conceptual. Herederos del Real Esppor, sus nuevos propietarios recibieron a un conjunto hipotecado pero con una cantera riquísima. Pusieron mucho dinero para incorporar a Franklin Lucena y Renny Vega, al tiempo que le dieron las riendas a un estratega joven, conocedor de los viveros, pero al que condenaron por no cumplir con metas desproporcionadas. De nuevo, la ausencia de norte devino en fracaso deportivo. 

Los cambios de timonel siempre generan expectativas e ilusiones renovadas, pero el viento no soplará a favor sino no se remiendan bien las velas.

* Columna publicada en el diario El Nacional (04/11/2013)