domingo, 13 de junio de 2010

Messi y Maradona se acercan

Johannesburgo, Sudáfrica

Que la figura por aclamación en el Argentina-Nigeria fuese el arquero de las “Águilas Verdes”, Vincent Enyeama, retrata con fidelidad la película del partido disputado ayer en Johannesburgo. La Albiceleste fue superior a su rival, desmontó algunos conceptos respecto a su fiabilidad y dejó varias actuaciones individuales notorias que fundamentaron la autoridad de su triunfo.

Por encima de lo estrecho del marcador, de las opciones dilapidadas o de la reacción nigeriana en el segundo tiempo, el equipo de Maradona entusiasmó, enseñó buen juego y una disposición ofensiva que dio alas a la ilusión de su gente. Que el camino apenas comienza, que Nigeria es un rival de estraperlo y que la exigencia será mayor después, es cierto. Pero para una selección que sembró tantas dudas en este ciclo y optó por una preparación que dio prioridad al descanso y la puesta a punto por encima de los choques preparatorios, las dudas fueron mucho menores que las certezas tras su debut en Suráfrica 2010.

Argentina contó con una gran actuación de Javier Mascherano, esplendoroso en su función de cabeza de área: decidido y firme para recuperar, lúcido para darle salida clara a la pelota y llenar de seguridad a Juan Sebastián Verón, un socio para todos en Ellis Park y la llave de paso para que el trío de arriba, integrado por Lionel Messi, Carlos Tevez y Gonzalo Higuaín, se enganchara a los circuitos de circulación del balón.

A Messi solo le faltó el gol para cerrar su mejor encuentro con la selección argentina desde que Maradona se sienta en el banquillo. La convivencia con el plantel y la propia disposición táctica de sus compañeros le permitieron parecerse más a la versión mundialmente conocida que deslumbra en el Barsa. El 10 argentino transitó las zonas en las que se siente cómodo, con libertad y por detrás del nueve, como tantas veces hizo este año en el Camp Nou. Y su incidencia fue muy notoria. Con más ritmo y un funcionamiento colectivo aceitado, la promesa de subir al trono de los elegidos en la vitrina más trascendente de todas, se llena de elementos tangibles. 

En el mundo terrenal y también en el Olimpo, Messi y Maradona están cada vez más cerca.