lunes, 28 de mayo de 2012

El siete y el quinto volante

La selección encarará esta semana decisiva en la que se medirá a Uruguay (sábado 2 de junio, estadio Centenario de Montevideo) con una idea en mente: desactivar el fútbol celeste y construir opciones de ataque que trasciendan al hecho episódico. Volumen ofensivo y manejo de pelota sin poner en riesgo el orden y la racional ocupación de espacios. Se trata de una pequeña variante al sistema patentado en la Copa América de Argentina, con matices que derivan del hecho de jugar afuera o hacerlo en casa. La primera vuelta de tuerca después de la consolidación de la idea. 

El ensayo contra Moldavia dejó muchos mensajes entre líneas. Eso, y las propias declaraciones de César Farías, permiten intuir planteamientos para los dos próximos choques de eliminatorias. Con una base conocida y nombres puestos que no variarán salvo lesiones o suspensiones (el arquero, los cuatro del fondo, Rincón y Arango), las alternativas estarán en el armado de la mitad de la cancha y en la elección de los ejecutantes para llevar a cabo cada plan. La profundidad del presente, aunado al buen momento de muchos, permite el ejercicio de opciones. 

La primera de esas novedades es la incorporación de un extremo fijo por la derecha, rol que en momentos puntuales ejerció Miku Fedor. El llamado de Mario Rondón, Richard Blanco, Josef Martínez y Yonathan Del Valle está vinculado a esta demarcación. El rango de posibilidades que ofrece el cuarteto es amplio y la elección de cualquiera de ellos dependerá de las necesidades y particularidades de los partidos. Frank Feltscher reúne también esas características, pero el técnico lo prefiere como elemento desestabilizador para cambiar dinámicas. 

La presencia del “siete” como elemento constante en las futuras formaciones ofrece muchos puntos a favor: estira a los rivales; abre pasillos para la llegada de los volantes; genera superioridades numéricas por los costados, lo que favorece la llegada clara de Roberto Rosales; y permite que por el medio se incorpore un mediocampista más para establecer sociedades o aprovechar los espacios creados por el nueve y pisar el área enemiga. 

Contra Moldavia en Puerto Ordaz fue Mario Rondón quien se tiró a la raya por la derecha y Luis Manuel Seijas el volante que cayó por detrás del delantero de área en el arranque. Seijas encarnó la otra pincelada táctica, concebida para los choques de local: compañero de Rincón en la zona de recuperadores, se desenganchó constantemente para conducir el juego desde la segunda línea. Su rendimiento confirmó el gran nivel en el que está y lo asomó como pieza clave. Fue el quinto centrocampista en un dibujo que varió del 4-2-3-1 en defensa al 4-1-4-1 en ataque. 

Para la cita en el Centenario, Farías apelará al plan del forastero: alguien al lado de Rincón de perfil defensivo y posición más estática (Giácomo Di Giorgi o Francisco Flores) y probablemente tres hombres moviéndose por detrás de Salomón Rondón, cuyas condiciones lo colocan en ventaja para ser titular en la capital charrúa. 

Sin que el DT haya puesto nombres propios sobre la formación, ese tridente de volantes ofensivos bien podría ser la apuesta para enfrentar a la Celeste. La recaída en la lesión de César González incrementará las opciones de Seijas o Julio Álvarez en Montevideo. 

A ocho años del Centenariazo. A cuatro del gol de Ronald Vargas en el estreno oficial de Farías. A 24 meses del Mundial soñado, Uruguay vuelve a marcar el camino. 

Columna publicada en el diario El Nacional (28/05/2012)

lunes, 21 de mayo de 2012

El cazador de pájaros

Prepara la jaula y el señuelo con mimo. Se agazapa entre los árboles y observa a la distancia con la paciencia de quien disfruta la espera. Si la presa está en la sombra, elige un rincón iluminado y tibio; si el sol cae sobre las ramas, busca el contraste entre el follaje para no hacerse notar. El oído entrenado percibe el aleteo, los cantos, el andar suave sobre las hojas secas. Allí un turpial de garganta amarilla; más allá un cardenal hormiguero. Cuando la trampa encierra el vuelo del animal cautivo, el cazador celebra la conquista con aires de seductor triunfante. 

Rafael Castellín cultiva el gusto por los pájaros con la misma fruición con la que perfecciona el arte del goleador. En la espesura del área adivina el rechace del defensor, ocupa el espacio baldío, anticipa la acción de sus rivales y propina el golpe letal. Los años le quitaron explosión pero lo armaron de recursos. Protege la pelota con celo, despista con su coreografía en cámara lenta, engañosamente desangelada, para luego pasar la guadaña que limpia la acción y termina en el grito que celebran sus compañeros y llena de perplejidad a sus enemigos. 

 Integró la gloriosa generación de Mar del Plata y con Ruberth Morán armó una dupla atacante que no tuvo reválida en la Vinotinto mayor. Debió ser parte del boom que cambió la historia, pero decidió no subirse a ese tren. 

Sus más de doscientas celebraciones en el fútbol local le otorgan un lugar en la élite. Pudo haber hecho carrera en el extranjero como exigían sus condiciones únicas, pero disfrutó más del camino que del propio objetivo. La ambición siempre fue para él una cuestión de 90 minutos. Terminada la liturgia en el césped, la familia era Europa, la selección, el fútbol de otro nivel. 

Para las nuevas generaciones es Castelo o el Huracán, ídolo del Caracas. Desde una perspectiva más amplia, su apellido debe figurar en el listado de los grandes delanteros venezolanos de todas las épocas. 

Fue el mejor jugador del Lara campeón. Máximo artillero de la campaña, resultó determinante en el destino del equipo de Cabudare cuando muchos anunciaban el ocaso. Intervino en todos los encuentros, anotó tantos decisivos y resolvió partidos en momentos clave cuando correspondía dar un golpe de autoridad. 

Las cifras fueron reveladoras: 2.616 minutos en la cancha (el 85% del total disputado por su club). 21 goles entre Apertura y Clausura, varios de ellos de hermosa ejecución y ninguno de tiro penal. 8 asistencias e incidencia directa en 4 acciones de falta recibidas que terminaron en anotaciones de pelota quieta. Estuvo implicado en el 47% de los tantos conseguidos por su cuadro, una influencia superlativa que lo hizo imprescindible para Eduardo Saragó, quien lo pidió expresamente cuando echó las bases de su proyecto. 

Una estadística adicional: 11 de sus dianas fueron para abrir marcadores o definir resultados (empates o victorias), lo que añadió valor extra a sus notables dígitos. Y el bonus track: por segunda vez en su carrera culminó como goleador absoluto del campeonato coincidiendo con la obtención de la estrella. Nadie, en las últimas dos décadas, puede exhibir un logro semejante. 

En su casa de Maturín abundan las especies de pájaros y en Barquisimeto tiene algo más de una decena trinando cada vez que regresa de un entrenamiento. En su afición hay mucho también de empatía. A sus 36 años de edad, Castellín sigue queriendo volar. 

Columna publicada en el diario El Nacional (21/05/2012)

lunes, 14 de mayo de 2012

El domador de egos

El manejo de las distintas personalidades que conviven en un vestuario es quizás el principal reto que afronta un entrenador. No hay método que pueda transmitirse sin una acertada gestión grupal, base en el trabajo de convencimiento y elemento clave en el compromiso de los jugadores con su conductor. Eduardo Saragó apostó por armar en Lara un plantel de generales en jefe, con heridas de batalla y decenas de medallas colgadas en el uniforme para alcanzar objetivos inmediatos. La estrella conseguida validó su apuesta y lo consolidó como estratega. 

Lara sacó ventajas a partir de su propia preparación. Comenzó la puesta a punto antes que sus rivales y los resultados iniciales le dieron vuelo a su funcionamiento. Su once titular mantuvo una base inalterable desde el debut en San Cristóbal en agosto del año pasado y sobre esos mismos nombres armó la celebración en Puerto Ordaz, nueve meses después. Un factor diferenciador respecto a otros candidatos al título y una muestra de acierto en la elección de las piezas. Todas las apuestas fueron firmes, dieron rendimiento inmediato y se amalgamaron al servicio de una idea retroalimentada por preparadores y futbolistas. El técnico hizo mejores a sus dirigidos y estos enriquecieron los recursos de su conductor. 

La madurez del campeón se forjó en su propia esencia. Comenzó su andadura como un equipo que arrollaba por su dinámica, gran poder goleador y vigor físico. Cerró el ciclo competitivo con menos ritmo pero con una capacidad de adaptación a las dificultades que le permitió superar lesiones, terrenos complicados y oponentes reforzados con más conocimiento sobre cómo jugarle. 

En esa virtud para acomodarse a los obstáculos pesó mucho la experiencia y el conocimiento del juego de hombres como José Manuel Rey, Marcelo Maidana, Miguel Mea Vitali, Vicente Suanno o Rafael Castellín, todos sumados por Saragó a la causa guara. El proceso de adaptación se aligeró en las horas de vuelo de esa tripulación de históricos que a su vez favoreció a gente como Edgar Pérez Greco, Zamir Valoyes o Allan Liebiskind para potenciar su capacidad y, en algunos casos, alcanzar nivel de selección nacional. 

Las estadísticas ayudan a esbozar la campaña admirable del batallón de Cabudare. Varios registros históricos se adosaron en el camino triunfante: los 28 partidos invicto para igualar la marca del Deportivo Portugués con cuatro décadas de vigencia; más del 80 por ciento de efectividad en puntos obtenidos, el mejor rendimiento en la historia del fútbol nacional; mayor cantidad de unidades en un torneo corto (igualado con Táchira y Zamora); más goles anotados en una temporada. Dígitos contundentes que explican una parte de la trama. La otra se escribió en el día a día, puertas adentro, para darle forma a un campeón robusto, inobjetable, que impuso su saber ganar y la implicación con un plan diseñado a la medida de las características de cada uno de sus elementos. 

Saragó, a sus 30 años de edad, es el DT más joven en lograr una corona en Venezuela. Muchos de sus lugartenientes nacieron antes que él. Pero el liderazgo, ejercido desde el rigor y la coherencia conceptual, apartó los datos en la cédula de identidad y le dio sustento a su ideario, respetado a rajatabla por sus hombres. El éxito fue consecuencia del buen hacer. 

Los buenos domadores no necesitan del látigo para someter a las fieras. En esta gesta del Lara, Saragó domesticó los egos de su vestuario para que dieran la vuelta olímpica guiados por su voz de mando. 

Columna publicada en el diario El Nacional (14/05/2012)

lunes, 7 de mayo de 2012

Territorios conquistados

Las ligas europeas se aproximan a su cierre. Algunas, como la Bundesliga alemana, bajaron su telón el pasado fin de semana. En España queda una fecha para que todo finalice y en el resto de países las vueltas olímpicas coronan a los campeones y apuntan hacia el receso veraniego. Para la representación venezolana en el viejo continente fue la temporada de la consagración, con altos picos de rendimiento para muchos miembros de la selección nacional que consolidaron su lugar en el fútbol más exigente. 

A poco menos de un mes para la reanudación de las eliminatorias, varios titulares de la Vinotinto alcanzaron el más alto nivel de sus carreras. Un indicio optimista en la ruta hacia Brasil 2014, que tendrá dos nuevas escalas en junio. Montevideo y Puerto la Cruz, con Uruguay y Chile como rivales, serán las siguientes paradas para un grupo de jugadores que persigue el sueño mundialista convencido de su potencial y sus opciones. 

Fernando Amorebieta vivirá la final de la Europa League en dos días luego de convertirse en uno de los mejores defensores de la liga española. Salomón Rondón pelea con el Málaga por un lugar en la Champions League y Juan Arango, en la mejor campaña de su carrera (6 goles y 11 asistencias como titular en todos los partidos del Borussia Moenchengladbach), encarará la fase previa del torneo de clubes más prestigioso del mundo. 

Miku Fedor superó sus marcas en España con la docena de tantos que le ha aportado al Getafe y Roberto Rosales tendrá en su mano un puñado de ofertas para catapultar su talento en una liga más exigente que la holandesa luego de cerrar un año notable con el Twente (27 partidos, 25 como indiscutible). Y Tomás Rincón se adueñó de un lugar en la mitad de la cancha del Hamburgo (27 encuentros, el 79% de los disputados pos su club) alcanzando la continuidad anhelada desde que emigró a Alemania. 

El grupo constituye el núcleo fuerte de la selección, la piedra angular sobre la que se sostiene el ideario de César Farías. Al margen de Uruguay y Argentina, cuyos planteles se cimentan en su potente representación foránea, Venezuela llega a este 2012 con una grey fortalecida, competitiva y en un estado de forma difícilmente equiparable para sus pares. Todos en Suramérica cuentan con referentes en Europa, algunos –como Radamel Falcao en Colombia o Alexis Sánchez en Chile– incluso forman parte de la elite del fútbol universal. Pero pocos pueden hacer alarde de un núcleo tan parejo, compenetrado y en semejante momento de gracia. 

En Portugal, Mario Rondón puja por ganarse un lugar en la próxima convocatoria perforando redes (10 conquistas para Nacional de Madeira), al tiempo que Alexander González y Josef Martínez acumulan minutos en el campeonato de primera división suizo con muy buena nota. Luis Manuel Seijas se mantuvo en la titularidad del Standard de Lieja belga con una notoria prestación en el medio torneo que disputó (26 partidos y 3 goles), mientras que Andrés Túñez y Julio Álvarez fueron habituales en las formaciones del Celta de Vigo y el Numancia en la segunda división española. 

Fuera de Europa, en otras ligas foráneas, César González llegará a los partidos del premundial como un habitual en la formación de River Plate, y Renny Vega debutó en el arco de Colo Colo el sábado después de semanas de incertidumbre. 

La cuenta atrás para la selección comienza esta semana. Conquistados nuevos territorios, el ejército vinotinto se alista con sus mejores soldados para ganarle la batalla a los que quieren plantar bandera en Brasil. 

Publicado en el diario El Nacional (07/05/2012)