Johannesburgo, Sudáfrica
Suramérica tendrá cuatro equipos entre los primeros ocho, circunstancia inédita en la era moderna de los Mundiales. Paraguay se sumó a la cofradía con sufrimiento y hasta podría darse el hecho de que el cuadro de honor haga pleno con selecciones de nuestro continente. Ninguna se cruzará en cuartos de final.
Japón plantó a los guaraníes una resistencia numantina. Con orden, espíritu de lucha y capacidad técnica, equilibró el partido y lo estiró hasta la definición desde el punto de penal. Fue una participación mucho más que digna la de los nipones, con algunos elementos como Honda, Matsui, Endo o Hasebe que dejaron de ser desconocidos para el planeta fútbol.
Gerardo Martino condujo la mejor figuración paraguaya de la historia. Después de clasificarse de forma ininterrumpida desde Francia 98, la Albirroja vio premiado un trabajo consistente de su dirigencia, especialmente abocada al desarrollo de las fuerzas base. El técnico argentino, discípulo de Marcelo Bielsa, aportó el toque competitivo y la estabilidad que le faltó a este equipo para sacarle mayor provecho a generaciones que, como la de Chilavert, Gamarra y Acuña, no pudo trascender más allá de la ronda de octavos.
Los penales no son una lotería. Paraguay impuso su calidad con excelsos y fríos pateadores. La Copa, que se disputa a miles de kilómetros de Suramérica está, por muchos motivos, cada vez más cerca.