martes, 20 de julio de 2010

El entrenador se reinventa

Suráfrica 2010 envió varios mensajes al mundo. El balance futbolístico fue útil en muchos aspectos, en especial el que refiere directamente al rol de los entrenadores. La lectura de lo que pasó en las canchas determinó la preponderancia del colectivo por sobre las figuras. No hubo jugadores que arrastraran, por sí solos, a sus selecciones hasta el título. España impuso su funcionamiento coral y Holanda llegó hasta la final amparada en la ejecución de un plan claro en el que se repartía la estelaridad en distintos sectores. Nadie gana sin intérpretes que superen el nivel de la medianía, pero la Copa marcó un aspecto básico que fue validado por los resultados: el producto de la suma de las partes es lo que conduce al éxito.

Los técnicos ganaron en protagonismo y mostraron que su injerencia es cada vez mayor. Las distancias se estrecharon también en los banquillos. Hay una élite de preparadores que el planeta identifica, pero no existe un dueño del camino al Nirvana. El acceso a la información y la tecnología, aplicados a los métodos de entrenamiento y preparación física, está al alcance de todos. No hay lugar para los improvisados. Tampoco para el que menosprecie el uso del video y el estudio minucioso de los rivales. Aquella imagen del DT que motivaba con el discurso, de pizarra, tiza y largas charlas de cigarrillo y café, forma parte de la prehistoria. Los focos seguirán apuntando a los mismos y el mercado premiará con sueldos jugosos la capacidad para sumar vueltas olímpicas, pero no se gana con declaraciones y venta de imagen. El que no se prepara, no tiene cabida.

Para los seleccionadores el reto es mayor. La dificultad de no contar con los elementos día a día requiere de una redefinición del oficio. No se puede seguir el accionar de los dirigidos a distancia, ni desconocer las formas de trabajo que cada uno practica en los países en los que compite. Con un factor añadido: el futbolista aprende, crece, entiende cada vez más el juego y su dinámica, por lo que no se le puede convencer solo con arengas. El compromiso con una idea está íntimamente relacionado con el método. Ambos conceptos deben establecer una relación simbiótica. Y no es que hayan dejado de tener valor conceptos como la fuerza mental, la química grupal o la sanidad psicológica de los planteles, pero su incidencia se reduce si no son el complemento, más que el sostén, de una labor multidisciplinaria y sistemática.

El Mundial realzó el valor de estrategas como Marcelo Bielsa, Gerardo Martino, Joachim Loew, Bert Van Marwijk, Oscar Tabárez o Vicente Del Bosque. Cada uno con un perfil distinto, tuvieron sin embargo puntos en común: convencieron a partir de la coherencia metodológica, la acertada planificación y la correcta elección de planteamientos, funciones y ejecutantes. Uruguay no figuró entre los cuatro grandes gracias a la “garra” charrúa de toda la vida; ni los españoles reencarnaron el espíritu de la Furia para consagrarse en la final.

Allí están también algunos ejemplos más modestos, pero igual de eficientes. Takeshi Okada, en Japón; Milovan Rajevac, en Ghana; Huh Jung Moo, en Corea del Sur; Vladimir Weiss, en Eslovaquia; o Rich Herbert, en Nueva Zelanda. Todos, sin mayor nombradía, consiguieron equiparar a sus conjuntos con grandes potencias y aminorar diferencias con el máximo aprovechamiento de sus recursos.

En aceras contrarias estuvieron algunos ilustres como Fabio Capello, Marcello Lippi o Diego Maradona. 

Vienen buenos momentos para la reflexión y la asimilación de experiencias. Para todos. También para este espacio que entrará en un período de pausa introspectiva por las próximas dos semanas.

martes, 13 de julio de 2010

Cuando gana la nobleza

Johannesburgo, Sudáfrica

El título mundial conseguido por España significó una victoria ideológica cuyos efectos se verán en el corto plazo. Los triunfos validan propuestas y multiplican su incidencia sobre el resto. Holanda podrá presumir del mérito de disputar una final, pero no quedará en el recuerdo como la versión de 1974. Es el precio que paga quien elige un camino utilitario: con trofeos adquiere respeto y trascendencia; sin vueltas olímpicas, acaba siendo inocuo.

No es un asunto de justicia. La diversidad de métodos enriquece al fútbol. Cierto es que algunos son más nobles que otros. Por eso reconforta que el equipo de Vicente Del Bosque haya visto premiado su talante. La gloria y los objetivos deportivos no tienen que estar reñidos con la búsqueda de la belleza. Cuando se produce la simbiosis, el hecho deriva en hito. Hoy la selección española aparece como un ejemplo de colectivismo al servicio del arte y es casi imposible que surjan detractores de su ideario. Los cínicos están de vacaciones.

Holanda contradijo su escuela de toda la vida. De haberse impuesto en la final, el debate se extendería por otros cuatro años. Para fortuna de todos, la raíz del pensamiento abierto y tolerante de su idiosincrasia apareció en el homenaje que rindieron a los campeones tras recoger la copa. Solo allí coincidieron. En el reconocimiento al vencedor había también un guiño a su propio querer ser. Y no solo por la estrella que ahora los españoles lucirán en su camiseta.

lunes, 12 de julio de 2010

El once ideal del Mundial

Johannesburgo, Sudáfrica

El final de la Copa del Mundo invita al balance. Fue un torneo de espíritu colectivo en el que las grandes figuras quedaron eclipsadas. Hubo, sin embargo, jugadores que fueron fundamentales para sus equipos e individualidades que resaltaron por encima del resto.

Armar un once ideal es un tema absolutamente subjetivo, pero tomando como base el sistema 4-2-3-1, predominante en Suráfrica 2010, este sería el conjunto soñado del Mundial.
En el arco estaría Iker Casillas, básico en la mejor actuación histórica de España. Comenzó con dudas y terminó consolidándose como el mejor. La línea de cuatro zagueros tendría a Philip Lahm en el lateral derecho, con Gerard Piqué y Joris Mathijsen como centrales, y Gio Van Bronckhorst en el lateral izquierdo. El grupo fue lo mejor del talento defensivo observado en la Copa. 

Los dos volantes tapones aportarían marca, despliegue y salida limpia de la pelota. Sergio Busquets y Bastian Schweinsteiger brillaron en una cita marcada por la excelencia de ejecutantes en esa demarcación.

Xavi, Wesley Sneijder y David Villa conformarían un tridente temible que sumaría buen pie, profundidad y gol. En ellos se concentra el podio mundialista. Los tres fueron determinantes para sus selecciones.

Y como hombre de punta el mejor delantero de este Mundial: Diego Forlán, infaltable en cualquier equipo ganador. El uruguayo concentra valores del juego que se mantienen inalterables y condujo en volandas a la Celeste a su mejor actuación en cuatro décadas.

domingo, 11 de julio de 2010

La final es hoy

Johannesburgo, Sudáfrica

Analizar un partido que no se ha jugado es un ejercicio de especulación. Cualquier detalle cambia el guión preestablecido y lo dicho se convierte en agua de borrajas. Pero es parte de la gracia que tiene este juego. No es un sabio quien vislumbra con tino la película del choque por disputarse, ni un profano el que se estrella en su vaticinio.

La final tiene sus claves y roles puntuales asignados por los precedentes. España va a tener la posesión de la pelota; Holanda la cederá de forma voluntaria y explotará su mejor arma: el contragolpe. Con Sneijder como lanzador y Robben como principal punto de desequilibrio, la Naranja es la selección que más rápido ejecuta los movimientos de ataque.

Para España será primordial recuperar la posesión en tres cuartos de terreno tulipán para que la catapulta de Sneijder se active lo más lejos posible de Casillas. Que la velocidad de circulación sea alta y siempre haya alguien libre para recibir a espaldas de los volantes centrales, Van Bommel y De Jong, bastiones de su andamiaje defensivo. Y que aparezca la contundencia para definir lo que genere, principal punto débil de su funcionamiento.

No hubo finales adelantadas. La final es hoy. Se medirán los dos mejores conjuntos de la Copa y habrá un campeón inédito. Hasta la madurez está repartida. Si la calidad tiene un peso específico en el desenlace, el título será para España. Pero esa lección, Holanda la sabe de memoria.

sábado, 10 de julio de 2010

La trascendencia de un modelo

Johannesburgo, Sudáfrica

Los jugadores holandeses paseaban ayer por los pasillos de Mandela Square con actitud despreocupada. Acompañados de novias y esposas, podían pasar por cualquier ciudadano de a pie. En eso no ha cambiado el estilo de la selección naranja, que ya en la década del 70 revolucionaba el juego con su fútbol total y el hermetismo de las concentraciones con su amplitud para aceptar que los futbolistas practicasen sexo en pleno torneo.

En España algunas costumbres se mantienen. El bunker es un lugar para preparar los partidos y entrenarse. No hay espacio para ofrecer ventajas y los jugadores se enfocan en la final de mañana. En cuanto al estilo, hay una reconocida herencia holandesa en las formas trasplantada del vivero Barsa, factoría madre del equipo de Vicente Del Bosque. Sin sumar a David Villa, que será azulgrana desde agosto, hubo seis piezas de ese club en el cuadro titular que enfrentó a Alemania en semifinales.

La confrontación de idearios, con tantos elementos comunes, genera un interesante debate conceptual. Holanda se aferra al pragmatismo para justificar su salto de talanquera; España se auto convence de lo innegociable de su apuesta. Para el aficionado común el asunto es mucho más básico: el resultado de Soccer City le inflará el pecho o le regalará una frustración. Para el planeta fútbol, la validación que otorga un título puede derivar en victoria ideológica. El tipo de juego que veamos en los próximos años en mucho dependerá de ello.

jueves, 8 de julio de 2010

Diversidad y estética

Johannesburgo, Sudáfrica

Todo es fútbol. El de España y el de Holanda. El de Alemania y Uruguay. No hay verdades absolutas ni fórmulas que garanticen el éxito. La valoración estética es un hecho individual y, por lo tanto, subjetivo. Hay quien se siente más identificado con la búsqueda de la belleza, pero no deja de ser válido que a alguien le mueva la fibra otro ideario. En la diversidad de pensamientos y gustos reside buena parte de la magia del fútbol.

Asumo mi gusto por el juego y el estilo de España. Admiro su apuesta y el hallazgo de identidad que ha sido la base de su crecimiento en los últimos años. El modelo que adopta, fundamentado en la tenencia de la pelota y la ocupación de espacios para su recuperación inmediata, refleja una condición altruista conmovedora. Se complace de ejecutar el fútbol que propone, pero al tiempo añade competitividad y carácter a su puesta en escena. Arte y eficacia. Sensibilidad y espíritu práctico. Conceptos que, en este equipo, no se oponen sino que establecen una relación simbiótica.

El partido con el que España logró el pase a la final, por primera vez en su historia, se convertirá en objeto de culto para los amantes de esta manera de entender la relación con el juego. No es la única. Holanda sigue otros derroteros y el domingo habrá una contraposición de estilos. Sea cual sea el resultado, uno no se impondrá sobre el otro. Pero con el triunfo como aliado, será un gran reclamo para sumar fieles.

miércoles, 7 de julio de 2010

La Holanda más utilitaria

Johannesburgo, Sudáfrica

Para Bert Van Marwijk, el seleccionador holandés que se confiesa admirador del juego del Barsa, el fin justifica los medios. Y los medios son la raíz de esta versión utilitaria que volverá a disputar la final de una Copa del Mundo después de 32 años. No hay nada de qué avergonzarse ni Van Marwijk es el anticristo. Pero, como Brasil hace dos décadas, renunció a un estilo histórico a favor de metas más tangibles que el simple hedonismo.

Holanda no deslumbra pero es eficiente. No busca el gol a partir de la imposición conceptual. Saca petróleo de lo mínimo y, solo en ventaja, permite que los tulipanes abran sus pétalos. Así ha sido en todo su trayecto surafricano y bajo esa línea buscará su primera corona el domingo. La autocomplacencia que aparcó a generaciones brillantes en el pasado dio paso a un espíritu gremial en el que todos, hasta los más dotados, se sacrifican por el colectivo. Es el fútbol total entendido en dos dimensiones: la ofensiva y la defensiva, con prioridad para la segunda.

Por primera vez, la Naranja no necesita jugar bien para ganar. Ni tampoco ha requerido de la mejor versión de Arjen Robben. Allí están Wesley Sneijder – junto a David Villa, los futbolistas más determinantes del torneo – y Dirk Kuyt, el héroe silencioso que debería recibir una orden real si su equipo se consagra campeón dentro de tres días. Como tantas otras veces, el triunfo puede validar aquello que se mira con prejuicio. Con o sin razón.

martes, 6 de julio de 2010

La madurez como factor

Johannesburgo, Sudáfrica

Hace dos años, en Viena, España venció 1-0 a Alemania para consagrarse campeón de Europa. Fue el momento de mayor esplendor de aquel equipo dirigido por Luis Aragonés. La apuesta, iniciada en el Mundial de Alemania, tomó forma en el torneo continental y definió un estilo. Vicente Del Bosque no alteró la idea, pero le añadió nombres y la llenó de variantes.

Alemania fue la selección que mejor jugó en el Mundial que organizó. Se quedó fuera en las semifinales ante Italia y ya sabemos que la historia recuerda más a los ganadores. Pero allí se inició un proceso, con Juergen Klinsmann como timón y Joachim Low como asistente, que derivó en el prototipo actual. La Mannschaft maravilla con su dinámica y su gusto por la pelota. 

Hoy, en Durban, no habrá un choque de idearios opuestos. Con matices y el diferente fondo que otorgan las individualidades, hay muchas más similitudes que diferencias entre las dos propuestas. La promesa de buen fútbol subyace alrededor de las expectativas. No se puede imaginar un mejor grupo de ejecutantes. Y aunque parezca un tópico puede que lo único que desnivele el choque, hacia un lado u otro, sea la fortaleza competitiva.

El concepto fue siempre un valor asociado a Alemania. España no lo tiene como un bien adquirido, pero sus jugadores frecuentan la gloria con los clubes a los que representan. ¿Quién tiene la ventaja en este factor? Da la impresión que, por una cuestión de madurez y de momento, la Roja puede sacar ventaja. Se verá enla cancha.

lunes, 5 de julio de 2010

La lógica se impone a la logia

Johannesburgo, Sudáfrica

El acto más digno de Francia en su relación con Suráfrica 2010 fue la renuncia del presidente de la federación tras su eliminación en primera ronda. En Brasil se rompió el vínculo con Dunga y a Maradona lo recibieron como héroe en Buenos Aires tras el fracaso mundialista. Ni una sola voz de los jerarcas para asumir responsabilidades. La dirigencia del fútbol sudamericano se perpetúa en el poder sin ser fiscalizada. Nombra técnicos, deshace proyectos y asume apuestas populistas que desdeñan el trabajo serio. Es la filosofía FIFA en funcionamiento: la logia por encima de la lógica. 

Afortunadamente, la Copa del Mundo premia al sentido común. Los cuatro técnicos que dirigen a las selecciones semifinalistas están al frente de procesos coherentes, con una idea y estilo definidos. No es casual su éxito. Oscar Washington Tabárez, Bert Van Marwijk, Joachim Low y Vicente Del Bosque manejan un perfil similar: son entrenadores discretos que no imponen su ego por encima del beneficio grupal, garantes de ciclos duraderos que garanticen la continuidad conceptual.

Si algo ha demostrado Suráfrica 2010 es que no hay talento supremo que esté por encima del funcionamiento colectivo. Figuras como Cristiano Ronaldo, Rooney, Kaká o Messi verán el resto del torneo desde sus casas. Para fortuna y sanidad del juego serán otros los protagonistas. La logia tendrá que aceptar que, por esta vez, la lógica gane la partida.

La clave de sentar al Niño

Johannesburgo, Sudáfrica

España cuenta con una generación competitiva. Los complejos de antaño quedaron aparcados por un grupo de futbolistas habituado al éxito en sus clubes. Hace un par de años, en la Eurocopa de Suiza y Austria, demostró que puede ganar. Adoptar un estilo que prioriza el buen pie fue un descubrimiento. Y la coherencia en la elección de los ejecutantes para corresponder a ese ideario le dio vida a volantes habilidosos que hicieron caduco el concepto de la Furia.

Ubicarse entre los cuatro primeros en Suráfrica 2010 después de 60 años representa un logro histórico. David Villa es el goleador del torneo y el jugador más determinante del Mundial. El miércoles, en Durban, enfrentará a Alemania, la selección que mayor impacto ha causado y maravilla con su funcionamiento. De allí que surja el lógico traslado de escenarios para analizar sus posibilidades de disputar la final del 11 de julio. La pregunta es: ¿ha jugado bien?

Contra Paraguay, España disputó el duelo más difícil en lo que va de campeonato. Por lo que la complicó y por cómo desnudó sus puntos débiles. Vicente Del Bosque no ha podido hallar la solución para que la mitad de la cancha tenga fluidez. Apartando la clara falta de ritmo de Fernando Torres, la ausencia de movilidad le ha restado velocidad de circulación y la ha hecho previsible. Los rivales le adivinan los movimientos, anticipan a los posibles receptores y le quitan precisión. Gana, es cierto, y eso la valida. Pero para superar el próximo escollo debe reencontrarse con el nivel que la colocó en lo más alto en 2008.

En eso el Barsa podría darle a Del Bosque algunas pistas. El técnico ha demostrado tino y lucidez en los cambios, pero aún le queda por tomar la decisión más importante: sentar a Torres. Guardiola colocó a Messi detrás del nueve, varió su dibujo para dejar atrás un preocupante bache de juego a mitad de temporada y potenciar a su figura. Ya sabemos cuál fue la consecuencia. 

¿Cesc Fabregas detrás de Villa en el arranque ante Alemania? En ese movimiento podría estar la clave para que España pueda convertir el sueño de la final en un hecho tangible.

sábado, 3 de julio de 2010

El debate brasileño

Johannesburgo, Sudáfrica

La eliminación de Brasil todavía sigue ofreciendo elementos para el análisis. La discusión estilística es uno; el intervencionismo excesivo del entrenador, otro. Respecto a lo primero, la disputa es de vieja data: desde que Sebastiao Lazaroni implementó el “quinto zaguero” con el Scratch que disputó la Copa América de 1989 y el Mundial de Italia 90, las mareas están divididas en el territorio más vasto de nuestro continente. El jogo bonito apela a un fútbol que no volverá, pero determinados valores, incorporados en el ADN del brasileño común, se mantienen inalterables. El buen pie sigue siendo una condición apreciada y cuanto más elementos de estas características tenga un equipo, más simpatías despertará entre la gente.

Dunga tendrá que cargar con ese estigma. Eligió a sus futbolistas siguiendo una idea y con esos conceptos murió. Contra Holanda, no consiguió variantes para cambiarle el destino al partido. Y sus movimientos denotaron que, como sus jugadores en la cancha, colapsó en el umbral de la toma de decisiones.

Aquí es donde entra el tema de la participación desmesurada del DT puede derivar en dependencia. Los ejecutantes interpretan un guión pero se ven incapaces de reaccionar ante lo impensado. En zona de confort, dan su máximo potencial; en la adversidad, las ideas se nublan. No hay quien se rebele y asuma el liderazgo, simplemente porque el conductor supo delegarlo.

A Brasil le toca iniciar un análisis sobre estos asuntos. Tiene cuatro años para reconducirse.

viernes, 2 de julio de 2010

Golpe al estilo y las formas

Johannesburgo, Sudáfrica

La Holanda más pragmática de la historia derrotó al Brasil más conservador de los últimos tiempos. Con su propia ley. Sacando ventajas de las mismas artes. Un fallo de Julio Cesar, el mejor arquero del mundo, y una jugada de pelota quieta, especialidad amazónica que fue letal ante tantos rivales, acabaron con el sueño de la sexta corona universal.

El Scratch perdió la cabeza. Tenía el partido en sus manos, controlaba a Arjen Robben y daba la impresión que su oficio le llevaría en volandas a semifinales. Pero el gol de Felipe Melo en contra, para el empate a uno, revivió el espíritu naranja, hasta ese momento frío e intrascendente. Fue otra trama a partir de allí. Por lo que la selección de los Países Bajos propuso y por las ventajas que el propio Brasil ofreció. Se le fue el guión de la cabeza a los futbolistas de Dunga y al propio entrenador. Felipe Melo pegó y se hizo expulsar; y el entrenador no hizo una buena lectura de lo que pasaba en la cancha, incapaz de reenganchar a los suyos en el choque con los cambios.

Habrá debate en Brasil. Los resultados validaron la gestión de Dunga y su apuesta estilística. Pero esta eliminación, dura y lacerante, reabrirá la discusión. No respecto al manido jogo bonito, un concepto caduco desde hace un par de décadas. Pero sí respecto a valores históricos que esta versión del pentacampeón del mundo subvaloró en Suráfrica 2010.

jueves, 1 de julio de 2010

Lo que deja la pausa

Johannesburgo, Sudáfrica

Dos jornadas de paréntesis futbolero en la Copa del Mundo invitan a la reflexión. La catarata de partidos imbuye a todos en una suerte de bola de nieve que rueda montaña abajo. Apenas hay espacio para la lectura sosegada. Los análisis terminan y se van modificando en la brevedad de la euforia y el fracaso. Lo que hoy te deslumbra, mañana puede convertirse en profunda duda. Y viceversa.

A 10 días de la final del Mundial pueden establecerse algunas conclusiones. La actuación de las selecciones suramericanas es un buen punto. Los rendimientos colectivos e individuales otro. Siempre en el entendido que la dinámica del torneo puede torcer el rumbo de una valoración precipitada.

Suramérica ya cuajó su mejor actuación histórica. El nivel competitivo de sus figuras y el declive en los procesos de formación de algunas potencias europeas produjo el cambio en la relación de poder. ¿Dónde se ubica el primer mundo futbolístico? El económico sigue estando en el mismo lugar; el del talento, apunta más hacia el sur del planeta.

Los candidatos están donde se esperaba que estuviesen a esta altura. Los que ganan lo hacen fieles a su ley. Alemania se sale del molde y propone un estilo rompedor: es la única innovación legítima de la Copa. Messi se apodera del trono sin cuajar una actuación deslumbrante mientras Cristiano Ronaldo capituló sin dar la batalla en el frente. David Villa es el jugador más destacado y peleará con Gonzalo Higuaín el título de los goleadores. Brasil no se avergüenza de su presente pragmático y cínico. Y Holanda se juega todo al genio de Arjen Robben, su verdadero elemento diferenciador.

Hoy comienzan los cuartos. En un par de días todo se reducirá a cuatro candidatos. ¿Cambiarán las evaluaciones? ¿Surgirá un nuevo elemento descollante? La historia indica que, ya metidos en estas instancias, el destino suele alterarse muy poco. Pero dejemos que lo impensado haga lo suyo. No arruinemos la intriga.