Johannesburgo, Sudáfrica
El acto más digno de Francia en su relación con Suráfrica 2010 fue la renuncia del presidente de la federación tras su eliminación en primera ronda. En Brasil se rompió el vínculo con Dunga y a Maradona lo recibieron como héroe en Buenos Aires tras el fracaso mundialista. Ni una sola voz de los jerarcas para asumir responsabilidades. La dirigencia del fútbol sudamericano se perpetúa en el poder sin ser fiscalizada. Nombra técnicos, deshace proyectos y asume apuestas populistas que desdeñan el trabajo serio. Es la filosofía FIFA en funcionamiento: la logia por encima de la lógica.
Afortunadamente, la Copa del Mundo premia al sentido común. Los cuatro técnicos que dirigen a las selecciones semifinalistas están al frente de procesos coherentes, con una idea y estilo definidos. No es casual su éxito. Oscar Washington Tabárez, Bert Van Marwijk, Joachim Low y Vicente Del Bosque manejan un perfil similar: son entrenadores discretos que no imponen su ego por encima del beneficio grupal, garantes de ciclos duraderos que garanticen la continuidad conceptual.
Si algo ha demostrado Suráfrica 2010 es que no hay talento supremo que esté por encima del funcionamiento colectivo. Figuras como Cristiano Ronaldo, Rooney, Kaká o Messi verán el resto del torneo desde sus casas. Para fortuna y sanidad del juego serán otros los protagonistas. La logia tendrá que aceptar que, por esta vez, la lógica gane la partida.