Con una visión cínicamente eurocentrista, la FIFA reproduce en su funcionamiento el modelo empresarial propio de las multinacionales, cuyos intereses fluyen en la misma dirección que la de los capitales: de norte a sur. El punto cardinal que domina está representado por Europa y su enorme poder económico, y la periferia por aquella parte del orbe que genera menos recursos. Así, desde el máximo organismo del balompié universal se asume que las prioridades deben apuntar hacia la preservación de ese status quo que fortalece y consolida su negocio.
En la sala de prensa de Ciudad del Cabo se reproduce el esquema: el horario para los periodistas establece el cierre a las 6 de la tarde, cómodo para los europeos pero absurdo para los latinoamericanos, que deben abandonar el único centro de información disponible y emigrar hacia los hoteles para continuar con su labor.
El tercer mundo del fútbol vale para el mantenimiento de las cuotas de poder de quienes manejan al deporte, pero apenas cuenta en la distribución real de los beneficios. Hace mucho tiempo que a la FIFA dejó de interesarle el papel del periodismo como propagador de su producto: la prioridad se centra en los grandes patrocinadores y los consorcios televisivos capaces de desembolsar millones de dólares por los derechos de transmisión de la Copa del Mundo. Para el resto, migajas.
Desde Europa se maneja todo en el mundo del balón. Son los países del Viejo Continente los que más cupos reciben para participar en la fase final del Mundial, independientemente de los méritos deportivos y la calidad real de sus ligas. Y son también sus empresas de comunicación las que tienen prioridad en el reparto de las acreditaciones y ubicaciones de prensa en los estadios. Se puede montar el circo mundialista en cualquier confín del globo terráqueo siempre y cuando esté garantizado el beneficio de todo el establishment. La idea del “desarrollo global” puede estar cargada de muy buenas intenciones, pero detrás de cada designación para organizar la cita de cada cuatro años, hay empresas que aportan sumas jugosas y alimentan al monstruo de Zurich.
“Suráfrica es posible” reza el eslogan local. En el sur del continente menos favorecido del planeta, el norte le hace muecas a la igualdad.
* Columna escrita desde Ciudad del Cabo, Suráfrica, como parte de la cobertura que el diario El Nacional hizo del sorteo de la Copa del Mundo.