El camino que conduce del aeropuerto al centro de Ciudad del Cabo muestra el enorme contraste de un país que avanza con firmeza hacia el desarrollo, al tiempo que fortalece la convivencia y la tolerancia entre sus ciudadanos, marcados por atávicas diferencias raciales. Las barriadas que circundan la moderna autopista que se abre paso entre montañas escarpadas y un panorama casi desértico, derivan en una arquitectura opulenta de evidentes raíces holandesas levantada en las laderas de Signal Hill, el cerro que distingue a esta capital, la más antigua de Suráfrica.
El Atlántico se revela ante los ojos del visitante con una fuerza inusitada y Robben Island (la isla en cuya prisión Nelson Mandela pasó 18 de los 27 años que estuvo privado de su libertad) aparece en el fondo de esa postal natural que evoca a Rio de Janeiro. Antes de llegar a la zona de Waterfront, el núcleo financiero y gastronómico en el que se alza el Centro Internacional de Convenciones, la vista se desvía hacia el hospital Groote Sur, el mismo en el que el doctor Christiaan Barnard realizó el primer trasplante de corazón.
La amabilidad y el trato cálido suavizan el agotamiento del viaje interminable, aunque en la comunicación haya que aguzar mucho el oído para comprender ese inglés con tono británico e inflexiones indescifrables que también forma parte del paisaje local. En Suráfrica existen 11 idiomas oficiales, incluyendo el afrikaans, la lengua de quienes regentaron el poder político en tiempos del apartheid y que hoy siguen controlando el económico.
La sensación de Primer Mundo se percibe en los paseos por la zona portuaria y en los lujosos hoteles que rodean el casco central, pero el contraste surge y le da un toque tropical en los arreglos de última hora o las aventuras peatonales en los cruces de las calles, pasando por alto semáforos y zonas rayadas con absoluta naturalidad.
Ocho encuentros de la Copa del Mundo se disputarán aquí, incluyendo una de las semifinales. El entusiasmo se transmite con afiches y campañas publicitarias que hablan de una nación renovada, feliz por acoger a miles de visitantes entre junio y julio de 2010. 42 años después del hito científico de Barnard, que mañana vivirá un nuevo aniversario, en Ciudad del Cabo late el nuevo corazón de Suráfrica.
* Columna escrita desde Ciudad del Cabo, Suráfrica, como parte de la cobertura que el diario El Nacional hizo del sorteo de la Copa del Mundo.