Lo que sigue constituye un episodio de ficción. Caracas y Táchira definen en el estadio Pueblo Nuevo de San Cristóbal al campeón de la temporada 2011. El canal de televisión que adquirió los derechos para transmitir el torneo local preparó un dispositivo especial de producción, con más cámaras que nunca para captar cada detalle y la novedad de la Alta Definición, cuyo estreno en un evento deportivo nacional funcionó como disparador para aumentar el interés de la audiencia, notoriamente incrementada en el último año.
Las negociaciones entre la Federación y la nueva cadena audiovisual que se propuso sacar al fútbol local de la clandestinidad, derivaron en un acuerdo histórico por los montos que se manejaron y por lo surrealistas que fueron sus entretelones. Amparados en el anterior pacto establecido con la TV, los dirigentes pidieron “el oro y el moro” por un producto devaluado y sin garantías de retorno económico, utilizando como señuelo el as que desde hace un tiempo esconden debajo de la manga: la Vinotinto.
El contrato, cuya firma tuvo la pompa que un momento así demandaba, estableció una suma ingente por la exclusividad del evento, que incluyó la puesta en el aire de los dos mejores partidos de cada fecha; el registro íntegro del resto de los encuentros de la jornada y un programa dominical, en prime time, con resúmenes, análisis, entrevistas y debates acerca de lo ocurrido en la recién concluida calenda. A cambio, la empresa televisiva se abrogó el derecho de participar en la configuración de los calendarios y la determinación de los horarios más convenientes para los televidentes, así como el compromiso federativo de reducir a doce el número de equipos de la primera división, en un plazo de tres años.
La irrupción de un consorcio trasnacional con experiencia en el manejo y proyección del fútbol produjo un cisma en las anquilosadas estructuras federativas, que por fin tomaron el camino tantas veces esquivado de la modernización. Al amparo de los dólares frescos que comenzaron a llegar a sus arcas, se creó una división independiente para la organización de la liga local, comandada por un pool de especialistas en distintas áreas cuya tarea fundacional consistió en fijar nuevas condiciones de participación para los clubes, que pasaron a ser socios de una organización común, con derechos y obligaciones inalterables.
Cada nuevo integrante del clan será escrutado minuciosamente por el órgano recién creado, para evitar la llegada de capitales de dudosa procedencia y galvanizar la estabilidad del resto. Con los conjuntos ya establecidos se marcó un plazo de saneamiento y pautas muy específicas a cumplir para ganarse el derecho a participar de un campeonato que les ofreció beneficios económicos de entrada, amén de asesoría en materia de comercialización, seguridad y merchandising.
Los escenarios fueron mejorados y no se llevaron cámaras a lugares que no ofrecieran condiciones óptimas. Así pudo evitarse el efecto contraproducente de transmisiones con fondos lúgubres, gramados en mal estado y ese decorado de atraso e indolencia de algunos estadios venezolanos. Por primera vez los noticiarios deportivos de las principales cadenas internacionales de televisión mostraron los mejores goles de la fecha en Venezuela, abriendo una ventana clausurada hasta entonces por el óxido de la estrechez de miras.
La atmósfera planteada estará tan cerca o tan lejos de la realidad como marque la visión de quien decide el futuro del fútbol nacional. Al fin y al cabo, como bien se demuestra en cada ejercicio creativo original e inteligente, ficción no es sinónimo de mentira.