La Vinotinto competirá por objetivos tangibles en 2011 con la mejor generación de jugadores de su historia. Sobre este punto no hay dudas ni debates: la actual es la camada más talentosa y privilegiada que ha conocido el fútbol de este país. Ya no se trata de un puñado de individualidades aisladas sino de un grupo amplio de exponentes. Venezuela podría colocar en la cancha a once legionarios, algo impensado en tiempos no tan remotos. La internacionalización ha permitido contar con ejecutantes mejor formados, aptos para la exigencia física, con mayor acervo táctico y un conocimiento más amplio del juego en su globalidad.
La pasada década inició con el boom de Richard Páez y completó su ciclo más exitoso con César Farías al frente. En el camino se produjo la primera clasificación mundialista con los juveniles y el cambio, fundamental, de la clandestinidad al interés nacional. Hoy el equipo de todos también interesa a todos, lo que aumenta los niveles de exposición y la exigencia de resultados.
El estilo es un elemento importante del discurso, aunque no tan habitual como núcleo de discusión y análisis. La identificación con una manera de interpretar el juego es un aspecto básico en el éxito deportivo. Lo fue durante el proceso Páez y debería serlo en el presente.
No hay dogmas en esto. Definir el fondo es tan vital como entender las formas. 2010 fue un año en el que la selección experimentó con lo segundo; lo primero sigue en fase de ajuste.
¿Qué determina el estilo? Las características de los futbolistas. El DT de una selección tiene la ventaja de elegir a los mejores exponentes para la puesta en escena de su idea. El desafío está en hallar la más indicada. Siempre podrá adaptarse el sistema a lo que más convenga para potenciar fortalezas y solapar debilidades. La clave está en dar con el punto preciso de lo que conviene construir para que aquello que te distingue produzca réditos deportivos.
Cuando Luis Aragonés, en el proceso de preparación para la Euro 2008, decidió colocar en una misma formación a todos sus habilidosos en contra de la opinión mayoritaria, España dio con la tecla que la condujo a su etapa más gloriosa. La simbiosis entre talento y concepto de juego produjo la magia y le dio vida a un estilo que nadie pone en entredicho. Vicente Del Bosque lo entendió, apostó por la continuidad y consiguió premio con el título en Suráfrica 2010.
Aun con delanteros destacados como José Salomón Rondón, Miku Fedor o Ángel Chourio, y defensores que adquieren jerarquía en el exterior como Roberto Rosales, las piedras preciosas de esta nueva grey vinotinto están en la mitad de la cancha. Con distintos perfiles y potencialidades, allí aparecen Juan Arango, Tomás Rincón, Luis Manuel Seijas, Ronald Vargas, Jesús Gómez, César González, Alejandro Guerra o Angelo Peña. Con todos ha contado César Farías en distintos momentos pero, exceptuando a Arango y Rincón, la presencia de unos u otros ha estado condicionada siempre por la disposición táctica elegida para cada ocasión.
Los volantes son parte vital en la conformación de esta selección, pero no marcan su estilo. El rigor de los dibujos, los cambios posicionales y el movimiento alternado en las convocatorias, ha impedido la aparición conjunta y continua de los de más genio. ¿Por qué no imaginar un equipo construido alrededor de los mediocampistas? ¿No sería la manera más adecuada de explotar al máximo lo mejor de esta generación? Las preguntas son retóricas, pero quizás de sus respuestas dependa que el futuro se cargue de sentido.