Comenzó el Clausura y con él se echaron a andar proyectos que despiertan la ilusión de los hinchas. Los que saben que cuentan con un equipo para soñar con el título, aparecen por las canchas henchidos de optimismo y una sonrisa que contagia; los que no, se aferran a la fidelidad incondicional por una camiseta que resiste a las malas gestiones y no sabe de deudas y demandas.
Los estadios venezolanos abrieron sus puertas con la promesa renovada de un nuevo campeonato y la motivación de quien acude a sus graderíos para fortalecer su sentido de pertenencia. La feligresía crece a pasos veloces en algunas plazas, atraída por ese fenómeno social que convierte en iguales a los grupos más heterogéneos. Por esnobismo o por auténtico amor a la estética del juego, la magia del fútbol junta a tirios y troyanos.
Pero, por encima de amores confesos y afectos partidarios ¿por quién vale la pena pagar una entrada? ¿Quiénes son las figuras que alegrarán los ojos del fanático o del espectador neutral?
Táchira incorporó en el pasado semestre a varios de los mejores extranjeros llegados al país en el último lustro. Su tándem de atacantes, conformado por el colombiano Sergio Herrera y el chileno Julio Gutiérrez, jerarquizó el Apertura. La capacidad individual de ambos, enriquecida y complementada con sus singularidades (hombre de área, Herrera; artista de la diagonal, Gutiérrez) representó la base sobre la que se apoyó el Aurinegro para asegurar su presencia en la Libertadores de 2012. Ambos, apoyados por el genio del enganche Sebastián Hernández, paisano de Herrera, son el mejor reclamo publicitario del campeón en Pueblo Nuevo y en todo el país.
El volante colombiano Mauricio Romero brilló en Mérida, pero la discreta campaña de Estudiantes le restó trascendencia a su talento. Se trata de un enlace dotado de un don especial para leer lo que pasa en el césped, con una dinámica que lo hace protagonista constante del juego. Su adición al Real Esppor le dará mayor visibilidad mediática y el público que asista al Brígido Iriarte alegrará sus ojos con su capacidad para entender antes que nadie lo que cada acción demanda.
Caracas dejó ir a varias de las figuras que lo hicieron grande en el último lustro, pero incorporó a dos habilidosos de la pelota que pronto se ganarán el afecto de la barra roja. El panameño Nelson Barahona y el merideño Angelo Peña serán una sensación en el equipo de Ceferino Bencomo, apurado por su propio linaje para sumar una nueva corona en 2011. Barahona es un jugador de espacios reducidos, hábil para el traslado y pícaro cuando aparece en el área rival. Peña es garantía de desequilibrio y su pegada en la media distancia resolverá muchos partidos.
Mineros fue el cuadro que más se reforzó y muchos de sus nombres ya son mitos del fútbol local aun cuando se mantengan en activo. La dupla de mediocampistas de armado que conformarán Jorge Rojas y Ricardo David Páez hará recordar parte de la historia más exitosa de la Vinotinto, motivo de peso para acercarse al Cachamay cada domingo. Y, por el mismo precio, será un lujo poder ver a José Manuel Rey, Sema Velázquez, Nico Diez, Buda Torrealba o Champeta Velásquez, el grupo de galácticos de Guayana.
Ángel Chourio (Esppor), Alejandro Guerra (Anzoátegui), Richard Blanco (Petare), Roberto Armúa (Trujillanos). El cartel es amplio y variado. Pocas veces se colgará el letrero de “No hay billetes”, pero valdrá la pena acomodarse en una tribuna o delante del televisor para disfrutarlo.