Venezuela vive el mejor momento futbolístico de su historia. La actuación en Argentina consolida un trabajo planificado y coherente. Tomás Rincón, Oswaldo Vizcarrondo, Renny Vega o Gabriel Cichero podrían formar parte del once ideal de la Copa. César Farías es el técnico que acumula los logros más significativos como timonel de la selección nacional. Y la dirigencia, con algunas máculas en su gestión, tiene el derecho de presumir de esta conquista: apoyó y destinó los recursos necesarios para que la preparación se cumpliera a rajatabla.
Todas estas sentencias no son otra cosa que la verdad. Ni apoyo irrestricto, ni demostración de venezolanidad. Simplemente la verdad.
Para contar la verdad y que ésta llegue a la gente, trabajan los medios. Por eso resulta absurdo que haya comunicadores que quieran arrogarse el éxito de la selección, del mismo modo que es un despropósito endilgarle los fracasos. Los méritos de la gesta vinotinto en la Copa América son de los jugadores, de sus conductores y de quienes regentan la estructura que les da soporte. La prensa obra como testigo de cada hito y cumple con la misión de trasladárselo a su audiencia.
No hay trofeos para quienes han seguido por años a la Vinotinto. Tampoco les corresponden. Sin embargo, los años de fiscalización, de denuncias y críticas a la labor de los directivos, coadyuvaron a generar las condiciones del presente de las que hoy se benefician Farías y sus dirigidos. ¿Con el objeto de librar una cruzada en favor del fútbol venezolano? Rotundamente no. Decir la verdad también consiste en poner el dedo sobre la llaga cuando corresponde, so riesgo de contradecir al establishment. O incluso con eso como argumento.
La ceguera en algo tan básico es la base del enfrentamiento actual entre parte del periodismo que cubre al equipo nacional y el seleccionador. Dividir a los informadores entre aquellos que “respaldan” al proceso (amigos) y aquellos que lo “adversan” (enemigos), es una muestra de intolerancia ante el disenso. También de desconocimiento respecto al papel que el entrenador, como personaje público, debe desempeñar delante de un país que se ve afectado por esta coyuntura.
Al levantar un muro para los reporteros se afecta a un público ávido por conocer cada detalle de su selección. El silencio como arma arrojadiza apunta al más inocente y lo aleja del sentimiento que alimenta con su respaldo.
La Vinotinto jugará mañana la primera semifinal de su historia. Para que la alegría sea compartida conviene darle descanso a la revancha y poner sobre el campo el espíritu solidario que los futbolistas interpretaron a la perfección desde el primer día. Con la verdad como elemento motivador, y entendiendo los roles, siempre habrá espacio para todos.