Uno de los valores fundamentales en el periodismo es la fiscalización. La crítica es un concepto básico en esta tarea, entendida como una mirada que escruta la labor de quien ostenta posiciones de poder. Dividirla en constructiva o destructiva es un sinsentido. La crítica es eso, a secas, sin adjetivos. Y su efecto será la consecuencia de cómo sea recibida por los señalados: positivo, si produce un cambio a partir del ejercicio reflexivo; negativo, si el prejuicio impide la evaluación e induce al rechazo.
Rafael Esquivel, presidente de la Federación Venezolana de Fútbol, dirigió una carta a quien escribe días después de la publicación, el pasado 10 de mayo, de la columna titulada Por amor a la patria. En la misma, Esquivel responde a lo que asume como señalamientos en contra de su gestión, a partir de una interpretación errónea del texto citado. Párrafo a párrafo expone que el organismo que dirige tiene la más firme intención de “incorporar todo talento disponible en Venezuela o el exterior, sin exclusión alguna”. Todo esto tras enumerar las diligencias encaminadas en 2008 a resolver los casos de los jugadores Jeffren Suárez y Fernando Amorebieta, así como los de otros elementos como Jonay Hernández o Héctor Bidoglio, que en el pasado defendieron a la Vinotinto.
Con la venia de los lectores, conviene aclarar el malentendido. La columna surgió como consecuencia de la repercusión que las declaraciones de Jeffren Suárez a ESPN generaron en la opinión pública, así como la necesidad de retomar los movimientos federativos para esclarecer el asunto. Fuera de esto, el tema pretendió desmontar el juicio que, desde algunos sectores, se cernió sobre el jugador y los cuestionamientos respecto al valor de defender a la patria por encima de los intereses deportivos.
Es cierto que la FVF y el seleccionador César Farías establecieron contactos con Suárez y Amorebieta en 2008, como bien ha quedado reflejado en distintas notas publicadas por este diario. En el término de dos años, sin embargo, las normativas de la FIFA respecto al cambio de asociación han sufrido reformas, y tanto el delantero como el defensor pasaron de una posición de “no habilitados” a “disponibles” para llevar a cabo el trámite. De allí que lo que corresponda sea renovar el interés en estos y otros nombres que representen un aporte para la selección nacional, tal como se ha planteado en este mismo espacio.
A partir de aquí, se puede asumir este nuevo escenario como un llamado de atención sobre el que convendría reflexionar, o ignorar el asunto bajo la coartada de un interés oculto del periodista, basada en preconceptos y paranoias. Seguro que lo primero sería bastante más productivo y abriría opciones para el debate.
El fútbol venezolano vive momentos de trascendencia. Hace escasos días se aprobaron algunas modificaciones en el torneo local que, pese a no ser sustanciales, representan un propósito de apertura para encaminar los cambios necesarios. Y en las semanas por venir se cerrarán las negociaciones para la televisación plena del campeonato, paso fundamental para labrar el crecimiento.
La discusión, en este proceso, debe ser abierta a la crítica. Con la guardia arriba es más complicado observar el panorama. Muchas de esas voces, disonantes para la dirigencia, tienen algo que decir. El periodismo no está para ofrecer soluciones sino para procurar que, quienes tienen la obligación de generarlas, lo hagan en tiempo y forma. Para los responsables, construir o destruir no son conceptos que se puedan delegar.