El partido contra Bolivia en La Paz, clave en la clasificación para Brasil 2014, podría comenzar a jugarse desde enero en San Cristóbal. Será cuando Táchira, armado para el próximo Clausura con varios convocados habituales a la selección, inicie su andadura bajo la conducción de Daniel Farías y dibuje el camino de una convocatoria vital. Cada punto disputado el próximo año en las eliminatorias tendrá un valor superlativo, pero puede que buena parte del boleto a la Copa del Mundo se abone en el Hernando Siles.
La migración de una base del Anzoátegui campeón hacia Pueblo Nuevo no partió de esa premisa, pero sería de distraídos no reparar en el detalle. Tomemos la plantilla aurinegra y añadamos en el ejercicio las probables incorporaciones: Carlos Rivero, Carlos Salazar, Grenddy Perozo, Francisco y Agnel Flores, César González, Yohandry Orozco, José Miguel Reyes, Gelmín Rivas, Giancarlo Maldonado. ¿No sería este, con algunas piezas añadidas, un equipo competitivo para la altura?
El encuentro en Bolivia se disputará en el mes de junio, pocas semanas después de finalizado el campeonato. Contando con una eventual final, los nuevos futbolistas del siete veces campeón nacional llegarán con una cifra cercana a los 20 compromisos, suficientes para engranar y conseguir funcionamiento. La metodología, con muchos elementos en común con la Vinotinto, facilitaría la conjunción de ideas. Solo restaría sumar días de adaptación en la altitud para que cierre el plan. La teoría tiene ingredientes especulativos pero no parece descabellada.
Hace cuatro años Venezuela presentó en La Paz un equipo joven e inexperto que consiguió un resultado milagroso. En el inicio de este proceso premundialista acudió a Quito con un plantel que mezcló gente del medio local con algunos elementos del exterior (Luis Manuel Seijas, Jesús Meza, Giancarlo Maldonado, Frank Feltscher, Alejandro Moreno). La apuesta no fue positiva a pesar del acondicionamiento previo en Mucuchíes. Esta vez existe la opción de asumir el choque con un colectivo mejor preparado para competir.
La experiencia indica que para desempeñarse con éxito en las condiciones atmosféricas que impone La Paz no basta con equipararse fisiológicamente con el rival (cuestión que solo se consigue a medias) sino que además hay que presentar un once capaz de oponer resistencia también desde el juego.
La situación dejaría abierto el escenario para trabajar con dos grupos: uno para ascender a los 3.600 metros de la ciudad boliviana y el otro para esperar, descansados, a Uruguay, que no tendrá compromiso oficial en la primera fecha de la doble tanda de junio.
Las similitudes metodológicas y estructurales entre el Anzoátegui y la Vinotinto se hicieron evidentes en el último semestre. Sin que haya directrices entre entrenadores y preparadores físicos, la cercanía deriva en facilidades de acoplamiento e inserción entre entornos distintos. Esquemas al margen, la situación se reproducirá en Táchira, con el factor añadido de contar con el segundo frente de la selección en sus filas. Lo que no solo será válido para el capítulo Bolivia: no veremos una reproducción de lo que Universidad de Chile fue para Claudio Borghi, pero rozará esos límites.
El tinto de verano es una bebida tradicional para los españoles que comienza a consumirse en la primavera. Se prepara mezclando el tinto con una gaseosa dulce y abundante hielo. Venezuela, sin diluir el color de su camiseta, buscará en La Paz refrescar su andadura en 2013, el año más importante de su historia.
Columna publicada en el diario El Nacional (17/12/2012)