La selección encarará esta semana decisiva en la que se medirá a Uruguay (sábado 2 de junio, estadio Centenario de Montevideo) con una idea en mente: desactivar el fútbol celeste y construir opciones de ataque que trasciendan al hecho episódico. Volumen ofensivo y manejo de pelota sin poner en riesgo el orden y la racional ocupación de espacios. Se trata de una pequeña variante al sistema patentado en la Copa América de Argentina, con matices que derivan del hecho de jugar afuera o hacerlo en casa. La primera vuelta de tuerca después de la consolidación de la idea.
El ensayo contra Moldavia dejó muchos mensajes entre líneas. Eso, y las propias declaraciones de César Farías, permiten intuir planteamientos para los dos próximos choques de eliminatorias. Con una base conocida y nombres puestos que no variarán salvo lesiones o suspensiones (el arquero, los cuatro del fondo, Rincón y Arango), las alternativas estarán en el armado de la mitad de la cancha y en la elección de los ejecutantes para llevar a cabo cada plan. La profundidad del presente, aunado al buen momento de muchos, permite el ejercicio de opciones.
La primera de esas novedades es la incorporación de un extremo fijo por la derecha, rol que en momentos puntuales ejerció Miku Fedor. El llamado de Mario Rondón, Richard Blanco, Josef Martínez y Yonathan Del Valle está vinculado a esta demarcación. El rango de posibilidades que ofrece el cuarteto es amplio y la elección de cualquiera de ellos dependerá de las necesidades y particularidades de los partidos. Frank Feltscher reúne también esas características, pero el técnico lo prefiere como elemento desestabilizador para cambiar dinámicas.
La presencia del “siete” como elemento constante en las futuras formaciones ofrece muchos puntos a favor: estira a los rivales; abre pasillos para la llegada de los volantes; genera superioridades numéricas por los costados, lo que favorece la llegada clara de Roberto Rosales; y permite que por el medio se incorpore un mediocampista más para establecer sociedades o aprovechar los espacios creados por el nueve y pisar el área enemiga.
Contra Moldavia en Puerto Ordaz fue Mario Rondón quien se tiró a la raya por la derecha y Luis Manuel Seijas el volante que cayó por detrás del delantero de área en el arranque. Seijas encarnó la otra pincelada táctica, concebida para los choques de local: compañero de Rincón en la zona de recuperadores, se desenganchó constantemente para conducir el juego desde la segunda línea. Su rendimiento confirmó el gran nivel en el que está y lo asomó como pieza clave. Fue el quinto centrocampista en un dibujo que varió del 4-2-3-1 en defensa al 4-1-4-1 en ataque.
Para la cita en el Centenario, Farías apelará al plan del forastero: alguien al lado de Rincón de perfil defensivo y posición más estática (Giácomo Di Giorgi o Francisco Flores) y probablemente tres hombres moviéndose por detrás de Salomón Rondón, cuyas condiciones lo colocan en ventaja para ser titular en la capital charrúa.
Sin que el DT haya puesto nombres propios sobre la formación, ese tridente de volantes ofensivos bien podría ser la apuesta para enfrentar a la Celeste. La recaída en la lesión de César González incrementará las opciones de Seijas o Julio Álvarez en Montevideo.
A ocho años del Centenariazo. A cuatro del gol de Ronald Vargas en el estreno oficial de Farías. A 24 meses del Mundial soñado, Uruguay vuelve a marcar el camino.
Columna publicada en el diario El Nacional (28/05/2012)