Fernando Amorebieta duplicó el número de seguidores en su cuenta de Twitter una vez conocida su convocatoria para el partido contra Argentina en Calcuta. El defensor pudo aproximarse al efecto que produjo en un público al que todavía desconoce. Frank Feltscher ya es un nombre de pronunciación fácil para los aficionados y no un caso extravagante de tantos futbolistas con raíces venezolanas repartidos por Europa. Y Andrés Túñez volvió al país en el que nació asombrado por los pedidos de fotos y autógrafos que lo arrancaron de golpe del anonimato.
Todos vivieron por primera vez la sensación de ponerse la camiseta de la selección, escuchar el himno y recibir las indicaciones de un entrenador con acento criollo. El grupo los recibió inquieto y los despidió con cercanía. Comprobado el compromiso del trío, las redes sociales fueron una muestra de cómo referentes como Tomás Rincón, Salomón Rondón o Gabriel Cichero valoraron a sus nuevos compañeros. Pero a los tres todavía les toca descubrir aquello que trasciende a la cancha: la Vinotinto es un sentimiento, un factor de representatividad en la sociedad venezolana que emociona y obliga en igual proporción.
Cuando Jonay Hernández se integró de pleno al proceso de Richard Páez en 2003, desconocía el cambio radical que daría su carrera. Debutó en el triunfo 1-0 sobre Colombia en Barranquilla (eliminatorias al Mundial de Alemania 2006, tanto de Juan Arango) y pocos días después participó de la recordada victoria sobre la hora ante Bolivia en Maracaibo (2-1, goles de José Manuel Rey y Arango). En la ciudad de la costa colombiana se emocionó con el Gloria al Bravo Pueblo, pero la sangre le recordó sus orígenes cuando sintió el abrazo multitudinario del Pachencho Romero en aquel inolvidable día de la Chinita.
“Chicho” representó un aliciente para su hermano Dani, el arquero del Valladolid que fue suplente de Renny Vega en la Copa América de Argentina, y una puerta abierta para todos los que se integraron después en iguales circunstancias.
Amorebieta demostró que su concurso elevará el nivel y la profundidad de la selección. Los rivales -como pasó con Lionel Messi en India- saben quién es el zaguero que los marca. Puede que no sea especialmente hábil con la pelota y que tenga una peligrosa tendencia al juego brusco, pero su jerarquía y carácter bastaron para que la prueba haya resultado exitosa. Sus gestos y gritos para ordenar la línea defensiva y apurar su acople con Oswaldo Vizcarrondo valieron para ahuyentar las dudas respecto a su compromiso, tema clave en la aceptación del grupo.
Feltscher, el menos conocido para la masa pese a que ya acumula cinco temporadas en las ligas suizas de primera y segunda división, puede resultar el descubrimiento de esta nueva etapa en el ciclo de César Farías. La riqueza de registros del mediocampista del Grasshopper, que contra Argentina jugó en punta al lado de Salomón Rondón, encaja en el modelo de futbolista que el seleccionador valora en grado superlativo. El mayor de los Feltscher tiene velocidad, potencia e inteligencia táctica para asimilar con prontitud el ideario del DT, virtudes que lo pueden llegar a hacer imprescindible en citas futuras.
Mañana, contra Guinea en el Olímpico, algunos como Túñez escucharán el himno cantado por todo un estadio y tendrán una noción más clara de la decisión que tomaron. Llegar a Brasil 2014 requiere de soldados con pasaporte vinotinto. El acento servirá para conjugar en pasado perfecto los titulares de cada gesta que conduzca a ese objetivo.