La selección y su técnico dejaron una declaración de intenciones después de los ensayos contra Guatemala y España. El estilo sí puede negociarse y el propósito de ejercer la autocrítica abre un camino optimista. Nada que pueda tomarse como una postura definitiva, pero sí una apuesta por una manera de jugar más afín a las características de esta generación. El manejo atildado de pelota en todas las zonas, la paciencia como recurso, las sociedades como núcleo de desarrollo de la puesta en escena. Valores novedosos para un cuerpo técnico que quiso establecer diferencias en su ciclo, renovó el plantel y parece haber encontrado la definición del modelo con el que quiere competir.
Esa fue la metalectura que trasciende al resultado. Ni la victoria en Guatemala ni la caída en Puerto La Cruz ante el campeón del mundo representan, por sí solas, elementos concluyentes. Ni medallas en lo primero, ni dagas afiladas para lo segundo. El elemento común fue la disposición a encontrar otras rutas. Y los jugadores, en sus actos y discursos, parecen sentirse más a gusto con esta idea. Incluso César Farías, en sus comparecencias mediáticas, sigue una línea de mesura menos resistida por el entorno. Sin ese ruido innecesario, añade la convivencia pacífica como ventaja para asumir 2011 con otro talante.
¿Tres años después? Puede que al futbolista le genere confusión los cambios constantes, pero si algo quedó claro en esta fase de preparación para la Copa América de Argentina es que resultará más sencillo lograr la convicción del grupo en la nueva proclama porque la siente más cercana. La gente, por encima de prejuicios, también envió un mensaje claro: ese es el ideario con el que mejor se ve representada. Los aplausos, el reconocimiento a la respuesta colectiva de la selección aun en la derrota, fue una muestra contundente de consenso.
La escogencia de los nombres es otro recado que el entrenador envió con fuerza. Renny Vega será el titular en el arco no solo por su jerarquía y condición de número uno en el país, sino además porque es el idóneo para esta propuesta por su capacidad para anticipar a espaldas de los defensores, su buen juego de pies y la variante que siempre aporta su saque. Más que los fallos puntuales en los dos tiros libres que España aprovechó con efectividad perfecta y por los que se le criticó con justicia, se le debe exigir que haga una mejor elección en el momento de decidir si al equipo le conviene salir jugando o armar un ataque directo desde su propia posición.
Rosales y Gabriel Cichero en los laterales garantizan atrevimiento por los costados, lo que representa otro aspecto básico para cimentar el concepto. Tomás Rincón es el mascarón de proa del proyecto Farías, pero requiere de un compañero en el doble cinco que garantice músculo y quite en una zona que, con los riesgos que se asumen, puede quedar siempre muy comprometida si no aparece el equilibrio. La imagen del volante del Hamburgo desenganchándose de su territorio para meter un potente remate de zurda en el choque contra España, ejemplifica la funcionalidad que debe tener su rol en la cancha.
La abundancia es el sello para el último cuarto con hombres como Arango, Maestrico González, Seijas, Meza, Orozco, Miku y Salomón Rondón. Si la pelota llega limpia a ese sector, la promesa de desequilibrio, toque y contundencia multiplica las posibilidades.
La intención representa una buena nueva. Para que cuaje en el juego, debe reivindicarse la apuesta cuando la lucha por los puntos añada exigencia y rigor.