La búsqueda del equilibrio y la consolidación de una idea clara de juego aparecen como tareas pendientes de la Vinotinto tras su último test contra Costa Rica. Una conclusión que genera incertezas en un equipo que ya completó tres años ininterrumpidos de trabajo. En ese período la selección disputó una gran cantidad de partidos y completó el recambio generacional, méritos indiscutidos de la dirigencia y del DT. Pero las deudas de funcionamiento provocan que los números aparezcan en rojo y la crítica arrecie. No puede ser de otra manera.
¿Cómo justificar el desbalance a tan escaso tiempo de encarar la primera competencia por los puntos? El crédito en 2010, año de amistosos y refundación, fue amplio y generoso; en el curso que corre, los giros se acumulan y el cobrador del frac toca a la puerta exigiendo el pago en tiempo y forma según lo convenido.
En el debe de la selección figuran elementos básicos como la estabilidad defensiva y la elección del sistema que mejor explote las características del talento con el que cuenta. Ni uno ni otro aspecto han sido solventados. Con alguna excepción, hay consenso en la elección de los ejecutantes. Nadie discute a los músicos, pero a pocos les suena bien la partitura. Si bien aparecen responsabilidades individuales y colectivas, es el entrenador quien debe procurar la armonía en la cancha.
Hay un punto que tendría que llamar a la reflexión a César Farías y sus colaboradores: la mayoría de los miembros de la Vinotinto ofrece mejores prestaciones en sus clubes que con la camiseta nacional. Cuando eso sucede, algo no encaja en la estructura. No parece ser un problema de actitud. Los jugadores se ven comprometidos y no se les puede cuestionar por falta de esfuerzo. Pero si la idea no les da seguridad, dudan, y su rendimiento los acaba dejando expuestos.
¿Dónde está la explicación entonces? Da la impresión de que la respuesta se vincula al sistema y a los hombres que se eligen para ponerlo en práctica. El dibujo, entendido como el ordenamiento de movimientos y funciones en el terreno, debe ser la hoja de ruta de la que se valen los futbolistas para resolver lo que la dinámica del juego les propone. Cuando ese mapa no ofrece garantías y las dudas derivan en lagunas, se rompe la pizarra y se pierde el norte.
El 4-3-3 o el 4-3-1-2 no representan, en sí mismos, el problema. Quedarse en ello sería hacer una lectura reduccionista del asunto. Sin embargo, si se trata de hallar el módulo que mejor permita aprovechar las piezas a disposición, es impostergable hacer una revisión conceptual que permita poner a cada quien en su sitio. La alquimia no se producirá espontáneamente. Hay una extraordinaria generación, competitiva como ninguna otra, que no debe desaprovecharse.
El 4-3-3 o el 4-3-1-2 no representan, en sí mismos, el problema. Quedarse en ello sería hacer una lectura reduccionista del asunto. Sin embargo, si se trata de hallar el módulo que mejor permita aprovechar las piezas a disposición, es impostergable hacer una revisión conceptual que permita poner a cada quien en su sitio. La alquimia no se producirá espontáneamente. Hay una extraordinaria generación, competitiva como ninguna otra, que no debe desaprovecharse.
La auditoría será constante durante el primer semestre de 2011 y en Argentina, cuando la Copa América marque la primera evaluación seria de resultados, no habrá margen. El objetivo, anunciado por el propio técnico nacional, será trascender la ronda de grupos y conseguir una posición histórica en el torneo. Desde una perspectiva distinta, los parámetros para valorar la vigencia del presente ciclo se vinculan más con la producción futbolística que el actual grupo de intérpretes sea capaz de generar.
Las metas tangibles deberían llegar como consecuencia del buen juego. Solo así los libros podrán mostrar números en verde cuando comiencen las eliminatorias.