Para la prensa es un ejercicio de cada día. Para los técnicos puede llegar a ser una piedra en el zapato que molesta e inquieta. No hay estratega que mire con buenos ojos la sugerencia de un futbolista para su proyecto, en especial si el señalado no encaja con su ideario. Siempre hay una lista que aparece para recordarle al entrenador su condición de figura pública. Si se trata del seleccionador nacional, la sugerencia puede derivar en clamor popular y la decisión de contar o no con determinado elemento, asunto de vida o muerte.
A César Farías le ocurre lo mismo que a sus pares: cuando los resultados y el funcionamiento dejan dudas, los nombres brotan como hongos en la tierra húmeda. La dinámica natural del oficio impone estas condiciones y cargar con esa letanía que recitan los hinchas y replican los medios, se adosa a los contratos. No todo es notoriedad y prestigio.
La Vinotinto es discutida por su juego, lo que genera debates y apuntala candidaturas. Sus deudas en la cancha se traducen en pedidos con nombre y apellido. El DT mantiene una base de futbolistas con pocas dudas respecto al equipo que competirá en Argentina durante la Copa América. Pero las actuaciones de algunos elementos, especialmente en el torneo local, alimentan la discusión respecto a eventuales citaciones.
¿Quiénes forman parte de ese grupo de seleccionables? La lista no es muy amplia si los argumentos son estrictamente futbolísticos. El ejercicio de decantación podría reducir ese espectro a un puñado de intérpretes. Y aunque la responsabilidad de armar el plantel es exclusiva de su timonel, la interpretación y el análisis son libres. Y parte del juego también.
Andrés Rouga, Carlos Salazar, Edgar Jiménez, Miguel Mea Vitali y Diego Guerrero entran en esa categoría de jugadores con nivel de selección. Todos, con la sola excepción de Guerrero, vistieron la camiseta nacional en distintos ciclos. Algunos incluso de la mano del propio Farías.
Rouga ha sido pieza de gran valía en el proyecto que Jorge Luis Pinto construye en Táchira, un cuadro con escasa participación en los llamados de la Vinotinto a pesar de ser el monarca del Apertura. Tratándose de un central con perfil zurdo, la moción adquiere valor superlativo. El defensor dejó el fútbol de Chipre para buscar una oportunidad en la selección y cada prestación con el Aurinegro reafirmó la valía que conserva a sus 28 años de edad.
Salazar, un defensor central que fue parte de la generación que clasificó al Mundial Sub 20 de Egipto, destaca en el Anzoátegui en dupla con Oswaldo Vizcarrondo. El tándem lidera la defensa menos goleada del Clausura con varios puntos fuertes: funcionalidad, liderazgo y manejo del juego aéreo. A nadie debería extrañar que su buen momento se traslade al equipo de todos. ¿Para el amistoso contra Argentina del 16 de marzo, quizás?
Jiménez es el más candidateado de todos. Su capacidad para conducir al Caracas desde la primera línea de mediocampistas, con buen criterio para jugar en corto y en largo, además de una respetable pegada en la media distancia, no ha sido suficientemente valorada. Ni siquiera en este momento de su carrera cuando ya parece maduro para asumir retos de mayor calado.
Miguel Mea Vitali acaba de cumplir 30 años de edad, pero sigue vigente en el Aragua. Y Guerrero brilla como volante tapón y de salida en Táchira, cargando con personalidad galones de general sobre los hombros de un soldado raso.
Todos tienen nivel de selección. ¿Entrará alguno en el llamado definitivo?