lunes, 11 de octubre de 2010

El once que asoma

Venezuela ganó en Bolivia y consolidó una base. Los resultados recientes validan la apuesta y el buen funcionamiento del sistema empleado en los dos últimos partidos (4-3-1-2, con Luis Manuel Seijas ejerciendo de enganche) aporta tranquilidad y confianza. Lo fundamental –que el futbolista esté convencido del modelo y las formas– le gana la batalla a lo accesorio. Y en ese pulso a favor surge también lo mejor de cada individualidad.

Ángel Chourio se ha hecho imprescindible. Su compromiso quedó patentado en cada responsabilidad que le asignaron en este 2010 venturoso. Como extremo en una línea de tres atacantes; a la derecha del cinco en la zona de volantes de marca; o como delantero en el prototipo ensayado en Santa Cruz de la Sierra, el maracayero ha sido la mejor noticia vinotinto en esta refundación del ciclo de César Farías. ¿Dónde lo utilizará el técnico? Contar con alternativas es una ventaja y la maleabilidad de Chourio le asegurará un lugar entre los once cuando se disputen los puntos. La pregunta debería ser entonces ¿dónde resulta más determinante? Por características, mientras más cerca del arco rival esté mejor se podrán explotar su velocidad y pegada. La sobrepoblación de talento en el medio sector enriquece el listado de variantes, por lo que al hombre del Esppor convendría ubicarlo en el último cuarto de cancha y exprimir desde esa zona su inacabable capacidad de desequilibrio.

También es indiscutible Tomás Rincón, emblema de este proceso. Utilizado como volante por la derecha o como lateral en ese mismo sector, sus mejores prestaciones las brindó como cabeza de área. En Hamburgo aprendió cómo operar en un sistema defensivo que tiene similitudes conceptuales respecto al que proyecta la selección. Con una exigencia alta, su nivel en Alemania le otorga autoridad para trasladar ese rol a lo que le pide Farías con la camiseta nacional. ¿Las dudas? La enorme franja que debe cubrir lo coloca, con mucha frecuencia, en situaciones de mano a mano con mediocampistas y atacantes rivales. La expulsión es una amenaza constante fruto de la intensidad con la que entiende su función. Pero la solución, más que rodearlo de elementos con mayor vocación para el quite que respalden su faena, pasa porque la respuesta colectiva en los movimientos defensivos se afine y el equipo se haga más compacto cuando no tenga la pelota.

Tal como ha sido en la última década, Juan Arango es otro bastión. En tiempos de Richard Páez la selección se benefició de su capacidad para arrancar desde el medio y aparecer con fuerza en el área oponente. Sus remates de media distancia y pelota quieta fueron siempre factores que contribuyeron a ganar encuentros. El Arango de hoy ha sabido enriquecer su juego. Sin la capacidad física de hace unos años, compensa con una mejor colocación y lectura táctica, fruto de la experiencia europea. Ubicado a la izquierda de Rincón, su presencia es fundamental para que la Vinotinto tenga garantizada siempre una salida limpia del balón.

El cuarto para formar el núcleo es Luis Manuel Seijas. Sus partidos contra Ecuador y Bolivia despejaron las dudas y convencieron al entrenador. No hay un jugador en el país que pueda interpretar mejor la función de enganche con todo lo que en el presente se exige de esa demarcación. Cambio de ritmo, manejo, definición y excelente respuesta física para aportar también en la recuperación, lo cimentan en el grupo de posibles fijos.

Mañana, contra México en Ciudad Juárez, habrá una nueva ocasión para seguir dándole forma al once que ya asoma para la Copa América de Argentina. ¿Algún otro candidato?