lunes, 14 de enero de 2013

Tinto en barricas

La idea de juego de la Vinotinto Sub 20 que se impuso en el debut contra Ecuador quedó manifiesta el sábado en el estadio Bicentenario de San Juan: a partir de una estructura defensiva confiable que enaltece el orden para ocupar racionalmente los sectores en las transiciones rivales, el equipo busca el control en su territorio para desde allí lanzar a sus hombres del frente, el oro en paño que guarda esta versión conducida por Marcos Mathias. 

El primer examen lo aprobó con suficiencia. Marcó las pautas del choque en el arranque con una buena presión en cancha enemiga y procuró no ofrecer objetivos claros a los defensores. Tuvo problemas de conducción (hubo una marcada inefectividad en los pases, atribuibles a la ansiedad del debut) pero aún así mostró sus cartas: mayor profundidad por el costado izquierdo con Darwin Machís y el apoyo constante del lateral zurdo Víctor Sifontes. Juego de espaldas y caída a las bandas de Manuel Arteaga para mover a los zagueros y asociarse. Libertad para Josef Martínez, capitán y emblema de esta generación, socio de todos, vaso comunicante y percutor insaciable en el último cuarto de terreno. 

Foto cortesía de Getty Images

Fueron muy buenos augurios hasta el gol de Martínez, gestado segundos después de la primera de varias intervenciones decisivas del arquero criollo José Contreras. A partir de allí surgieron otros elementos a valorar: en lo positivo, el espíritu gregario y la madurez competitiva para aguantar la dinámica ecuatoriana y mantener el resultado; en cuanto a los aspectos a atender, quedaron factores vinculados al funcionamiento en fase ofensiva, con lecturas individuales y colectivas de cuya asimilación dependerá en buena medida el éxito de este grupo. 

La primera consideración al respecto nace en la forma cómo la selección concibe el nacimiento de la jugada. La búsqueda de los envíos en largo de los centrales para aprovechar la velocidad en los extremos puede ser un buen recurso, pero no si se abusa de él. Y desde esa perspectiva, cuando se apuesta a la segunda jugada todo el conjunto debe disponerse para ello ocupando en bloque las zonas del rebote. Contra Ecuador se intentó mucho esta vía y bastante menos otras alternativas como el primer pase de Robert Garcés o la salida por los laterales. Sin puntos de conexión, la consecuencia fue un equipo más dividido de lo deseable, con poca posesión y muy metido en su propia área. 

Venezuela apostó por una dupla en el mediocentro (Garcés y José Peraza) a la que todavía le falta rodaje para complementarse. Muy cerca de los hombres del fondo, tuvo poca incidencia en la elaboración, factor clave en esa parcela. Peraza fue quien más se descolgó, pero no siempre tomó las mejores decisiones. Esta condición obligó a Josef Martínez a buscar el balón más lejos de lo recomendable, alejándolo de su radio de influencia y ocasionándole un mayor desgaste físico. 

El ingreso de Robert Hernández en el segundo tiempo mejoró el funcionamiento general y envió un mensaje claro a los entrenadores: para el modelo que ideó Mathias, el futbolista del Anzoátegui es una pieza imprescindible porque conoce la función mejor que ninguno. Está habituado al ida y vuelta constante y, dada su comprensión del juego, puede ser un mejor complemento para Arteaga y el resto de delanteros. 

En San Juan, tierra de exquisitos vinos tintos argentinos, Venezuela, con lo mejor de su cepa juvenil en las barricas, buscará esta tarde contra Perú que su denominación de origen se exponga en el hexagonal final. 

* Columna publicada en el diario El Nacional (14/02/2013)