Los dos conejos se asarán a la vez pero en hornos distintos. No habrá peligro de que alguno se queme. Lo que sí es una certeza es que no tendrán el mismo gusto. Uno se asará al calor de las piedras, con sal y pimienta. Al otro lo macerarán con los aliños conocidos: el aroma debe invitar a un festín. Será el menú que ofrecerá Venezuela en sus dos próximas citas de la eliminatoria: una receta para presentar en Buenos Aires y otra para honrar la visita de Colombia a Puerto Ordaz.
El anuncio hecho por César Farías la semana pasada abre el horizonte de la interpretación. En realidad, se trata de la corroboración de aquello que trasciende al discurso. El seleccionador copa sus días con el análisis de los detalles, la planificación de cada elemento en juego. Tiene los dos partidos de marzo en su cabeza desde finales del año pasado. Hay nombres elegidos ya para tomarle el número a Lionel Messi en el Monumental de River Plate que no estarán en Cachamay. Y camisetas puestas también para la Semana Santa en Guayana.
La división de grupos, la convocatoria amplia de casi 50 elementos, implica una línea maestra de acción: Marcos Mathías preparará a los intérpretes fundamentales para la expedición a Argentina y Farías dibujará la estrategia para asegurar los tres puntos ante el poderoso equipo de José Pekerman. Un llamado no hace excluyente al otro. Varios de los que se reunirán en Europa reforzarán a los que trabajarán en Caracas. Y de esa citación local alguno se alistará en el ejército para cerrar esta doble fecha, vital en la búsqueda del hito más importante en la historia del fútbol criollo.
Son la cara y el envés de esta selección multiforme y flexible que alcanzó su punto máximo de transmutación en Paraguay. El modelo de juego no es único e inalterable. Sobran músicos para cada partitura y algunos son capaces de ejecutar más de un instrumento. Hay quien elige el camino de la consolidación de un estilo para lograr el objetivo, sea cual sea el escenario. Otros optan por pasar varias veces la criba hasta conseguir el oro de la competitividad máxima.
Es muy probable que, independientemente del encuentro programado para la fecha FIFA, esto se haya diseñado bajo este patrón. El aprendizaje del premundial es constante y las lecturas que se van haciendo cambian mientras se avanza. ¿De qué manera se habría encarado el amistoso de haberse concretado? ¿Pensando en Argentina o en Colombia? Allí puede que esté la razón nuclear de lo anunciado.
No debe sorprender que entre los 23 futbolistas que se reunirán en la capital del país haya nueve que pertenecen al Táchira. En San Cristóbal se estableció un campamento base con la migración de varios de los miembros del Anzoátegui campeón y la concreción del fichaje de Grenddy Perozo. Cuando ese proyecto se consolide, habrá tomado forma el siguiente punto de encuentro de la expedición hacia Brasil 2014: la tanda contra Bolivia y Uruguay en junio.
La amplitud de los llamados a filas tiene varios argumentos de sustentación. La transferencia de conocimientos a un número mayor de implicados los va integrando a un ciclo que, por sus características, los puede necesitar en cualquier momento. Y luego porque cada movimiento a ensayar, en defensa y ataque, requiere de un espejo, sparrings que se comporten como el rival de turno.
En febrero se esbozarán los planos y en los días previos se definirán los nombres de los arquitectos. Quizá se añada Jonathan Copete en la placa que anuncia la obra. Ojalá sea para aplaudir al nuevo edificio erigido.
Columna publicada en el diario El Nacional (28/01/2013)