Puerto La Cruz fue el primer abrevadero que el ciclo de César Farías halló para fortalecerse en la crisis. Cuando en octubre de 2008 la credibilidad hacia el seleccionador vivía su momento más crítico, apareció el triunfo contra Ecuador en el José Antonio Anzoátegui que permitió ampliar el crédito. El cierre de la eliminatoria hacia Suráfrica 2010 corroboró la importancia de aquel episodio. Por eso, la designación del estadio emblema de este período para enfrentar a Perú el próximo 10 de septiembre, está llena de sentido.
Aquel partido contra los meridionales fue un punto esencial en la continuidad del actual proceso. Tras eslabonar cuatro derrotas consecutivas, todas cargadas de profundas dudas respecto al modelo de juego y su funcionamiento, Farías lanzó su primer gran desafío al cambiar a varios ejecutantes y decidirse por la dupla Tomás Rincón-Franklin Lucena para el mediocentro. Una medida que le daría ingentes prestaciones futuras y de la que todavía se beneficia el equipo nacional.
Otras apuestas, como la de Roberto Rosales en el lateral derecho o la titularidad de Maestrico González, encontraron motivos para el afianzamiento tras aquel lance que se resolvió con un rotundo 3-1. Por el mismo marcador caería Perú once meses después en una noche brillante para Ronald Vargas. Miku anotó dos veces y en el plantel ya aparecían varios miembros de la grey que clasificó al Mundial Juvenil de Egipto (Rafa Romo, Francisco Flores y Yonathan Del Valle) también bajo el influjo del talismán portocruzano.
La Vinotinto vivió también duras jornadas en esa cancha. Dos veces cedió ante Chile, incluida la derrota 2-0 en el premundial actual, y no pudo ganarle a Ecuador en el último choque oficial de 2012. Pero fue en la costa oriental donde se produjo el primer triunfo histórico contra Argentina y donde se ha vivido buena parte de las mejores veladas bajo la conducción de Farías.
Todos esos elementos cuentan para elegir la sede. No habiendo en el país locaciones que representen ventajas atmosféricas o climáticas notorias, la decisión se vincula más a factores deportivos y de preparación. A Farías siempre le ha parecido conveniente el césped de Puerto La Cruz y es en esa ciudad donde mejor controla la logística. La pelea por un cupo a la Copa del Mundo requiere que estos pasos se den buscando el mejor entorno posible para seguir en carrera. No son tiempos para hacer demagogia con la selección: hay que jugar donde el técnico considere conveniente, por encima de cualquier otro interés.
Perú se medirá a Uruguay en Lima antes de desembarcar en el JAA, en una cita llena de urgencias y desgaste. Venezuela visitará Santiago y tendrá en contra el largo traslado desde la capital chilena.
El ensayo contra El Salvador en Mérida, previo a la última doble fecha eliminatoria, cantó la formación que se mediría a Bolivia en La Paz pero, desde la concepción del modelo empleado, arrojó pistas muy claras que posiblemente remitan a los dos próximos duelos de local.
Como ocurrió hace cinco años cuando la selección se desinhibió en el instante de mayor tensión, el panorama en septiembre y octubre obligará a una demostración de fútbol ofensivo e imposición de condiciones al rival para que Brasil 2014 pueda seguir siendo una posibilidad real. No habrá segundas oportunidades. Será el espacio impostergable para encarar riesgos y asumir compromisos.
La selección llegará a la próxima fecha con sed mundialista. Puerto La Cruz, como tantas otras veces, volverá a ofrecerle sus fuentes.
* Columna publicada en el diario El Nacional (01/07/2013)