lunes, 28 de octubre de 2013

Renovación desde adentro


La posibilidad de que el ciclo de César Farías como seleccionador nacional llegue a su fin, adelanta una discusión interesante respecto al perfil de su eventual reemplazo. Con un alto grado de especulación, porque hay un acuerdo firmado y todavía ningún asomo claro de ruptura, el asunto invita a analizar opciones. No de nombres sino de posibilidades. Hacia dónde apuntará la Federación si debe buscar un sucesor en los próximos meses. Esa es la cuestión. 

Desde antes de que la eliminación mundialista se concretara, la idea de un técnico extranjero se instaló como opción en algunos sectores. La dirigencia se posicionó indicando que ese no sería el camino a seguir. Apegados a los antecedentes, la visión tiene coherencia. Con Richard Páez se inició un proceso continuista prolongado por Farías y que entregó el comando de la selección a preparadores nacionales. Con notorio éxito, por cierto. 

Se toman ejemplos de lo que sucede en naciones vecinas para sostener que un DT foráneo acercaría a la Vinotinto al sueño mundialista. Conviene observar con lupa el uso interesado de estas experiencias como argumento para darle sustento a esta postura. Asumir que una medida así incidiría en el nivel competitivo, reduciendo las distancias en el continente, implica no evaluar con rigor cada caso. Tampoco el propio, que es el que más interesa. 

Que Colombia o Chile hayan alcanzado altas cotas de rendimiento con estrategas nacidos en otras tierras, no necesariamente define la idoneidad del gremio local. El argentino José Pekerman devolvió a los Radamel Falcao y compañía a la Copa del Mundo, atendiendo con eficacia a la coyuntura planteada tras la salida abrupta de Bolillo Gómez y los malos resultados de Leonel Álvarez. Al tiempo, tres colombianos conducían a Costa Rica (Jorge Luis Pinto), Ecuador (Reinaldo Rueda) y Honduras (Luis Fernando Suárez) a Brasil 2014. Una gran paradoja. 

Nadie duda que tanto Marcelo Bielsa como Jorge Sampaoli colocaron al seleccionado chileno, y a sus jugadores, en el mapa universal. La apuesta rindió enormes frutos, producto de una gran inversión y una estructura que sostuvo el trabajo de dos conductores prestigiosos y capaces. En ese período que abarcó poco más de un lustro, Manuel Pellegrini, hijo dilecto de los pagos de Pablo Neruda, dirigió al Real Madrid y hoy es la cabeza visible del nuevo proyecto del Manchester City inglés. Ergo, no cuentan solo las capacidades sino las circunstancias y los contextos sobre los que se toman determinadas decisiones. 

La gran transformación vinotinto fue hija de sus dos últimos timoneles. Sin negar el inmenso aporte de varias generaciones de futbolistas y el impulso que, con mayor o menor grado de implicación, le dio la dirigencia, la selección creció sustentada en las figuras de Páez y Farías. Los dos elevaron el listón a cotas inimaginables, proyectaron y le dieron notoriedad al equipo de todos los venezolanos, y acabaron siendo responsables directos del nacimiento de una grey vanguardista de entrenadores criollos. Aunque sea lo menos valorado de ese legado, fue lo que más se desarrolló de puertas para adentro. 

Sea quien sea el elegido para sustituir a Farías en el corto, mediano o largo plazo, la alternativa no hay que importarla. Por convicción y sentido común, debería sostenerse el concepto que tan buenos frutos dio en este período luminoso. Con otros métodos y estilo, la ilusión debe seguir alimentándose desde adentro.

* Columna publicada en el diario El Nacional (28/10/2013)

lunes, 21 de octubre de 2013

Reflexión y decisiones


La Federación anunció hace unos días que no habrá más actividad para la Vinotinto adulta hasta los primeros meses de 2014. Una medida que, de acuerdo al comunicado oficial, fue tomada de común acuerdo con los futbolistas. La saturación, el desgaste de una eliminatoria dura, preñada de viajes y apremios, fue el argumento esgrimido para tomar una pausa. Serán casi seis meses sin actividad ni convocatorias, un período que servirá para calmar tensiones y enfriar debates, pero que no luce acertado desde la planificación del futuro. 

Las lecturas a partir de este punto son múltiples: resulta una gran paradoja en el camino seguido por César Farías como seleccionador, siempre a punto para aprovechar cada oportunidad de foguear al equipo nacional, incorporar nuevos elementos y ensayar sobre variantes en su modelo de juego. 

Hay un contrato en vigor y sobre esa base debe entenderse que la continuidad en el trabajo dirige los objetivos hacia la renovación del plantel y la consolidación de los elementos que fueron ganando protagonismo en la última fase del proceso. Tiempo para medir el potencial competitivo de aquellos que, como Tomás Rincón o Roberto Rosales en los albores de la era Farías, deberán comenzar a mostrar si se ajustan al perfil de los altos niveles de exigencia. 

La selección de los próximos años se levantará sobre esos cimientos, si bien todavía es impensable prescindir de Juan Arango. Al capitán le pesan los partidos acumulados y es probable que inicie un descenso en sus capacidades. Pero sigue siendo imprescindible. Su incidencia en el juego, por jerarquía y características, obliga a pensar en una extensión. No habrá sustitutos que calcen sus galones. A nadie se puede cargar con semejante responsabilidad. El tiempo de la transición rueda, pero habrá que seguir construyendo sobre los hombros del mejor futbolista venezolano de todas las épocas. 

Arango es solo un aspecto en este análisis, pero conviene considerarlo. Los que tienen autoridad sobre el vestuario lo respaldan y lo ven como un faro en el camino. Son nombres también fundamentales para los días que vendrán y sus opiniones condicionan cualquier decisión. Ellos hablaron para solicitar este receso y participar sobre las determinaciones de los próximos meses. 

Farías está convencido de que hay posibilidades de mejora, que el camino de la evolución sigue abierto y no hay oposiciones dentro del grupo para que mantenga su condición de mascarón de proa. Se siente capaz de encarar la tensión generada y apuesta a revertir el estado de crispación con el que se despidió en Pueblo Nuevo. La dirigencia mantiene su intención de preservar el vínculo, pero el último paso dado, este paro forzado con fechas FIFA por delante y opciones de medirse a conjuntos ya clasificados a Brasil 2014, levanta suspicacias: puede que no sea tan indisoluble la relación entre el DT y sus jefes. 

Lo que debe estar sopesando Farías abarca todos estos aspectos. Con el apoyo irrestricto de la Federación, tal como ocurrió en más de un lustro de relación laboral, el horizonte estará despejado. Sin él, es otro el escenario. El contrato que firmó hasta julio del año que entra, sin considerar la clasificación al Mundial como punto de revisión, no tiene precedentes. Las ataduras tienen firma y sello húmedo en un papel notariado, algo que trasciende cualquier enfoque pasional. 

El técnico habló de un período de reflexión tras el último choque del premundial. Que a nadie sorprenda que, con una medida justa del panorama que lo circunda, acabe dando un paso al costado.

* Columna publicada en el diario El Nacional (21/10/2013)

lunes, 14 de octubre de 2013

Cacería de brujas

La eliminatoria cerró un período competitivo en el que quedaron por cumplir algunos objetivos. Al contrario de lo que sostiene una cierta corriente de pensamiento, la clasificación al Mundial no fue uno de ellos. No es la certeza que genere más adeptos en estos días de polarización, pero sí la única que considera la perspectiva histórica como vara de medida. 

Apartando el discurso sostenido muchas veces por el propio César Farías en comparecencias públicas, ir a la Copa del Mundo no puede ser una exigencia. Sí un deseo, aquello para lo que se planifica y trabaja, pero no lo que evalúe la gestión de un cuerpo técnico. Nunca lo fue, ni con Richard Páez, ni mucho menos con sus antecesores. Las expectativas y posibilidades, alimentadas por los resultados conseguidos por este grupo, azuzaron las esperanzas. No hubo infundio periodístico ni campañas publicitarias. Si el sueño se instaló en el país fue por aquello que la propia selección fue consiguiendo en la competencia. 

Las profundas divisiones generadas en el entorno, fruto de enfrentamientos atávicos y de una relación no siempre armoniosa entre el DT y los medios, dirigieron las críticas hacia aquello que Farías incorporó a sus proclamas: llegar a Brasil 2014, mejorar las estadísticas pasadas, imponerse por encima de las diferencias que su modelo y estilo despertaban en algunos sectores. 

El partido contra Paraguay fue usado como arma arrojadiza. La Vinotinto no cuajó una buena presentación, hubo espesura en el juego ofensivo que intentó desplegar y las ausencias incidieron como pesadas lozas sobre el rendimiento. No hubo soluciones en la cancha para cumplir con las exigencias del momento y quienes recibieron la alternativa mostraron no estar maduros aún para estos niveles. Esa fue una realidad que golpeó con fuerza y una señal inequívoca del estatus que, aunque cueste aceptarlo, nos corresponde. 

La cacería de brujas aleja al observador del análisis profundo. Hay una asunción, respaldada por factores de opinión y en boca de aficionados, que estigmatiza a quien no pide la cabeza del seleccionador, acusándolo de pusilánime. La mirada, con mucho de vocería de tribuna, niega avances y busca en las características del personaje argumentos para sustentar los pedidos de dimisión. Aceptable para los hinchas, pero un despropósito periodístico. 

Farías deberá sopesar ahora el papel que le corresponde en la historia. Medir el desgaste. Reflexionar sobre errores y decisiones. Evaluar incluso el ambiente generado con esta ilusión frustrada que hoy, afortunadamente, despierta sentimientos en la nación. Y no solo como un asunto personal al que se verá sometido, sino por el clima que rodeará a la selección. La crispación puede llegar a ser perjudicial en el período futuro, para él como cabeza del proceso y para el conjunto de futbolistas que deberá asumir los retos sucesivos.  

En estos días de balances se puede argüir sobre una base estadística, detallar partidos, propuestas y determinaciones. Discutir sobre aptitudes, especular con la opción de un entrenador extranjero. El fútbol admite todo, incluso que se dude sobre la capacidad de Farías, acusándolo de improvisado. Una osadía que solo cabe en las gradas o en la calle. 

El ejercicio de autocrítica debe expandirse a toda la comunidad futbolera. Porque, para cumplir la meta máxima que el fútbol venezolano persigue desde hace décadas, hay que crecer en todos los estamentos. Se asuma o no tamaña responsabilidad.

* Columna publicada en el diario El Nacional (14/10/2013)

lunes, 7 de octubre de 2013

Promesas y decepciones

Darwin Machis fue la revelación del torneo venezolano hace poco más de un año. Su talento emergió con goles en la Copa Venezuela y un notable Clausura 2012. Los scouts del Udinese vieron a la joya en ciernes y pusieron una oferta que Mineros aceptó de inmediato. El destino del jugador no ha sido el esperado: cedido al Granada, hoy pelea por ganar minutos y continuidad en el equipo filial. La historia, por repetida, invita a la reflexión. 

Antes siquiera de madurar completamente en el fútbol de primera división, Caracas vendió al Young Boys de Suiza a Josef Martínez y Alexander González, dos de las más valiosas crías de su cantera generosa. El dúo marchó a Europa todavía en fase de formación, pero con un rodaje de liga local, partidos internacionales y proceso de selección que les permitió sobrevivir a la poda darwiniana. El club que los adquirió apenas les concedió posibilidades, pero el préstamo a cuadros menores derivó en el establecimiento deseado, con ingentes beneficios para la Vinotinto adulta. 

La estructura de los equipos criollos –o la falta de ella– es la base sobre la que se fundamenta el éxito o el fracaso de estas aventuras. También el tiempo en el que se toman estas decisiones, fruto de la ansiedad de representantes y futbolistas en busca de los dineros copiosos de ultramar. A esto hay que sumar el hambre del vendedor, generalmente ansioso de capitales frescos que no acaban en canchas o ciudades deportivas sino en fichajes y sueños faraónicos. 

Después del sonoro éxito del cuadro juvenil que clasificó al Mundial de Egipto en 2009, varios de sus integrantes aprovecharon la vitrina y fueron traspasados a conjuntos del extranjero. Ya Salomón Rondón pertenecía a Las Palmas, de la segunda división española, pero algunos de sus compañeros apenas irrumpían en la alta exigencia. La mayoría optó por dar el salto antes de acabar de macerarse. Así salieron Rafa Romo, José Manuel Velásquez, Rafael Acosta, Ángelo Peña o Pablo Camacho. El sino de casi todos fue volver al país y, en casos como el de Peña, retomar la oportunidad de triunfar en el exterior después de acumular minutos de rigor competitivo con camisetas locales. 

A Renny Vega le ocurrió un tanto de lo mismo cuando fue transferido al Udinese todavía en edad adolescente. El arquero debió regresar a Venezuela para construir una carrera que lo cimentó como el titular en la selección. 

Con Yohandry Orozco se está repitiendo el mismo escenario: su venta al Wolfsburgo fue una celebrada noticia después de su brillante Suramericano Juvenil en Perú, pero dos años estancado en Alemania, sin posibilidades de progresión, le obligaron a desandar el camino para defender los colores del Táchira y ganarse un lugar en las últimas citaciones de César Farías. Orozco creció en Unión Atlético Maracaibo y, al momento de su traspaso ya como ficha del Zulia, apenas acumulaba rodaje formativo. El presente invita a pensar que volverá a Europa con mejores herramientas para consolidarse. 

Hay un aprendizaje, casi siempre empírico, que lleva a elaborar mejores decisiones que acaban siendo trascendentes para transformar escenarios futuros. De momento, dos nombres asoman como posibles embajadores en condiciones idóneas para dar el paso que consolide su desarrollo: Rómulo Otero y Robert Hernández. La evolución futura de la selección dependerá, en buena medida, de cómo sean gestionados los procesos de crecimiento de las figuras emergentes.

* Columna publicada en el diario El Nacional (07/10/2013)